La regla de los 90 segundos: cómo controlar una emoción sin dejarte arrastrar

¿Qué pasa cuando algo te enoja al instante? ¿O cuando el miedo te toma de sorpresa? Lo que sentís parece tan real y abrumador que cuesta pensar con claridad. Pero la neurocientífica Jill Bolte Taylor propone un enfoque que puede cambiar esa reacción automática: la regla de los 90 segundos.

Según sus estudios, cualquier emoción intensa —ya sea ira, tristeza, ansiedad o euforia— solo tarda 90 segundos en recorrer todo tu cuerpo desde que el estímulo la dispara hasta que se disipa, si no la alimentás con pensamientos. Sí, un minuto y medio.


El circuito emocional del cuerpo

Cuando algo nos altera, el cerebro libera una descarga química. Esa reacción, que se siente como un sacudón interno, dura apenas 90 segundos. Luego, la emoción empieza a bajar. Pero si seguimos pensando en lo que pasó, reviviéndolo una y otra vez, el cuerpo vuelve a disparar esa misma reacción una y otra vez, generando un ciclo que se puede volver interminable.


¿Cómo usar esto a tu favor?

💡 Tomá conciencia del momento: Cuando te das cuenta de que una emoción te está desbordando, podés decirte: “Ok, esto va a durar 90 segundos”. Respirá. No respondas todavía.

💡 No alimentes el fuego: Si te enganchás con pensamientos que refuerzan la bronca o el miedo, prolongás la emoción. Cortá con una pausa, cambiá de entorno, mové el cuerpo.

💡 Entrená el cerebro: La clave está en no identificarte con la emoción como si fueras esa emoción. Sos mucho más que lo que sentís en ese momento.


Un pequeño truco mental, un gran cambio en tu día

Saber que el pico de cualquier emoción fuerte es tan breve cambia las reglas del juego. Es como tener un cronómetro interno que te recuerda que no necesitás reaccionar al instante, que podés esperar y elegir otra respuesta.

Y aunque parece algo simple, este minuto y medio puede evitar discusiones, decisiones impulsivas o días arruinados. Porque cuando dejás que el cuerpo procese la emoción sin interferencias, el cerebro se aclara. Y ahí, recién ahí, aparece la verdadera elección.