➤ Trauma, danza, tensión crónica. Por qué el cuerpo también recuerda (y cómo liberar esas memorias).
Cuando algo duele, no siempre se queda en la cabeza. A veces baja. Se instala. Se aprieta. Se repite.
El cuerpo tiene memoria. Y no, no es una metáfora.
Desde la ciencia somática hasta las neurociencias modernas, distintos estudios vienen confirmando una idea poderosa: los traumas emocionales, el estrés y las experiencias intensas no solo viven en la mente, también se graban en el cuerpo. En la forma de movernos, en nuestra postura, en los dolores crónicos que no tienen causa aparente. A veces, incluso, en un gesto que repetimos sin darnos cuenta.
🧠💥 ¿Cómo sucede esto?
El cuerpo y el cerebro están en conversación constante. Lo que no puede ser procesado mentalmente —como un trauma repentino o una emoción reprimida— se convierte en tensión muscular, en respiración contenida, en una contractura que se vuelve parte del paisaje corporal. El sistema nervioso guarda esa información como una especie de marcador de alerta.
🔄 ¿Y entonces? ¿Todo queda ahí para siempre?
No. Hay caminos. Terapias corporales como el yoga, la danza consciente, el masaje terapéutico, la respiración profunda o el TRE (ejercicios para liberar tensión) trabajan sobre este principio: ayudar al cuerpo a soltar lo que guardó cuando no supo cómo defenderse.
Una frase conocida en la psicoterapia corporal dice: “lo que no se llora, se tensa”. Pero también se puede liberar. Porque así como el cuerpo recuerda, también puede sanar. A veces, el llanto aparece en una clase de yoga. A veces, en una caminata sin auriculares. Otras, en el abrazo que te desarma.
💡 ¿El dato?
Estudios recientes en neurobiología del trauma (como los de Bessel van der Kolk) muestran que la recuperación del bienestar emocional muchas veces empieza por el cuerpo y no por el habla. Por eso, cada vez más psicólogos integran lo físico como parte del proceso terapéutico.