¿Y si no era la rutina?”: el deseo también se enfría en las parejas jóvenes

La falta de deseo no es un síntoma exclusivo del paso del tiempo. ¿Por qué tantas parejas jóvenes apagan la llama antes de que siquiera empiece a arder?

Durante años, el imaginario colectivo instaló la idea de que el deseo sexual se enfría con la convivencia, la rutina, los hijos o el paso del tiempo. Pero hoy, cada vez más jóvenes reconocen que el fuego se apaga mucho antes de lo esperado. A veces incluso al principio.

Cuando el cuerpo está, pero la mente no

Parejas en sus veintitantos o treintaitantos atraviesan silencios incómodos, evitan el contacto o simplemente sienten que “algo no fluye” en la intimidad. La sexualidad se vuelve una presión o una tarea más en la lista del día. ¿Falta de amor? No necesariamente. ¿Mala conexión? Tampoco siempre. Lo que muchas veces hay es agotamiento emocional, desconexión interna, y mandatos silenciosos sobre cómo debería sentirse el deseo.

Además, el estrés, la ansiedad, el consumo excesivo de pornografía o la hiperconexión digital no son temas menores: según la psicóloga y sexóloga española Nayara Malnero, el uso problemático de la tecnología puede “interferir en el deseo real, reemplazándolo por una gratificación instantánea que no necesita del otro”.

Deseo ≠ frecuencia

Otra trampa frecuente: asociar el deseo a la cantidad de veces que se tiene sexo. “Nos criamos con una idea de sexualidad centrada en el acto y no en el vínculo”, explica la terapeuta argentina Cecilia Ce. Y por eso muchas parejas jóvenes sienten frustración si no cumplen con ese ideal, sin revisar lo que realmente está pasando entre ellos.

💬 ¿Qué nos está faltando, si recién empezamos?

Hay quienes culpan a la monotonía cuando aún no hay una. O a la falta de “chispa” cuando quizás lo que hay es miedo a mostrarse vulnerables, a decir lo que nos gusta o lo que no, a hablar del deseo sin que sea un tabú.

La sexualidad no es una función automática que se activa por estar en pareja. Es un lenguaje que necesita tiempo, contexto, seguridad, escucha. Y eso no depende de cuántos años llevemos con alguien, sino de cuánto espacio le damos al deseo para respirar.

🔥 ¿Cómo volver a encender lo que apenas prendía?

  • Dejar de fingir que todo está bien. Hablar del tema sin culpa ni acusaciones.
  • Preguntarse qué deseo, más allá del otro. ¿Dónde está mi energía vital? ¿Qué me mueve?
  • Construir intimidad fuera del sexo. A veces lo sexual se apaga porque no hay conexión en otros planos.
  • Romper con lo que creemos que “debería ser”. El deseo no es una norma, es un sentir. Cambiante, misterioso y también profundamente humano.