Santiago De Simone, el ingeniero de sonido detrás de Dillom y Lara91k: “Post mortem me cambió la vida”

“Cuando una puerta se cierra, otra se abre”, dice un viejo refrán fácilmente aplicable a la hazaña cadenciosa de Santiago De Simone, el ingeniero sonoro, mente y corazón detrás de 7AM Mixing. Alucinado por las bifurcaciones de la vida, el productor argentino recuerda sin pena ni gloria los inicios de su carrera. “Tiré un montón de curriculums en varios estudios y un par se me cagaron de risa en la cara -cuenta en conversación con Indie Hoy-. Pero al mismo tiempo eso me obligó a empezar a relacionarme con otro tipo de artistas que, en ese momento, 2011, 2012, eran los que hacían música en su habitación. Era la premisa del tipo de producción que se volvió un boom en los últimos cinco años”.

Mirando ese pasado en retrospectiva, es él quien ahora se jacta, como si en algún lugar dentro suyo floreciera una certeza alegre, aliviosa y sin aires de revancha, de que el viento sopló a su favor. Hoy, De Simone es una pieza clave en la maquinaria de la escena musical argentina, puesto que comprometido desempeña una función indispensable en el engranaje del auge local. Especializado en mezcla y grabación, afianzó un vínculo que trasciende de lo laboral con una nueva generación distante a lo que él aborrecía de la industria musical que reinaba durante sus años de novato. Con empatía, convicción, perseverancia, oficio y, sobre todo, visión, De Simone tonificó a una amplia variedad de artistas que coincidieron en una ola afín a sus gustos, proyecciones e ideales.

Tanto en el indie mendocino como en la Rip Gang, vamos a encontrar el sello de 7AM Mixing. También en otros proyectos dispares como GativideoPlastilinaPablo NeptunoThe Colorated y Lara91k. Entre la larga lista de nombres que alberga su catálogo, se perciben los chispazos del incendio contemporáneo: es lógico pensar que De Simone tuvo algo que ver con todo esto. Él fue el encargado de profesionalizar sueños en forma de canciones, de echar mano a demos a fin de moldear singularidades, de catapultar obras hacia los más altos estándares de la industria con un nivel de audio que trasluce su idoneidad técnica y subjetiva.

A lo largo de los años viviste un montón de booms y escenas. ¿Cuál fue tu premisa para mantenerte?
Creo que mi historia me marcó. Yo arranqué muy grande, a los 27 empecé a producir y mezclar. Entonces, ya cuando me puse con esto fue medio raro: no podía entrar en el medio convencional de la industria porque era toda gente muy joven que laburaba por la experiencia. A partir del cambio de paradigma que se consolidó a lo largo de la última década, de la no menospreciación de ese tipo de artistas y siempre viendo sus atributos, empecé a formar una relación más humana y personal con distintos artistas. Me pasa que con la gran mayoría siempre termino generando ese tipo de vínculo y es lo que más me gusta de mi trabajo.

Sos un punto de conexión entre artistas de distintos estilos. ¿Cuál es tu forma de asemejar los vínculos a la hora de construir un feedback profesional?
Yo creo que les hablo de igual a igual, no me pongo en un lugar superior, me planto de persona a persona y sé ubicar mi rol. No trato de adoctrinar ni de decir cómo hacer las cosas, todo lo contrario, respeto mucho la obra del artista, siempre tuve ese enfoque. De hecho, cuando producía nunca me metía sobre la composición. ¿Quién carajo soy yo para decirle algo a alguien que sacó una melodía del corazón? Eso creo que fue algo que le hizo muy mal a la industria a nivel producción. Es por eso que este boom que tenemos de música en Argentina, que tuvo su génesis en las habitaciones de distintos pibes, se relaciona con la idea de escapar de lo que era la industria convencional de producción musical. Toda esta generación increíble hizo mierda ese discurso porque demostró que no importa la calidad de audio. Importa lo que decís, la intención, el corazón de la música. Eso para mí es fundamental y hay que nutrirlo.

Tenés un rol muy camaleónico. Recibís propuestas muy distintas y eso debe conllevar procesos de adaptación y asimilación, porque no podés medir todo con la misma regla. ¿Cómo es esa tarea al momento de pararse frente a la obra?
Hay una parte del trabajo en la que sí podés hacer lo mismo, lo que cambia es lo que recibís. Tengo ciertos métodos a la hora de mezclar que son similares, no es que me repito, pero sé que hay cosas que me funcionan y a medida que voy haciendo trabajos voy ampliando ese abanico. Después voy confiando en mi intuición a la hora de laburar, se trata de sacarle la ficha a la artista. Al mismo tiempo, antes de hacer esto, laburé muchos años en el sector formal de laburo y estuve obligado a lidiar con gente muy distinta. La vida también te va llevando a tener un aprendizaje de cómo tratar a las personas, siempre con respeto y con mucha admiración. No importa la edad, ni de dónde venga, ni el estilo que haga, porque al fin y al cabo es uno de nosotros contra ellos. Yo lo veo de ese lado. Por eso me da mucha bronca cuando alguien le baja el precio a otro músico, o cuando hay un hateo, porque estamos todos del mismo lado haciendo arte. No podés ser una persona insensible para hacer este laburo. Tengo una empatía automática, a veces me juega en contra y otras a favor.

En esta multiplicidad de estilos que convergen a diario en tu trabajo, ¿cómo definirías tu sello personal?
Hay mucha prueba y error. Y hay mucho de saber entender en qué momento está el artista y los procesos del disco. Con respecto a un sello distintivo, me gustan las cosas agresivas, pero no agresivo tipo apretado. Para mí, lo agresivo va por el lado de hacer cosas que el resto no hace. Si un disco necesita low, darle más low de lo que suena la norma, por ejemplo. Esa es la premisa de lo que vengo trabajando, no apretarlos tanto, dejar que el aire golpee un poco más. Que se sienta la dinámica, quizás que no tenga tanto volumen, pero que uno sienta que se fue a la mierda con el bajo. Porque después escucho los discos de artistas de afuera y se siente esa no convencionalidad a la hora de laburar el audio. Se cagan un poco en las reglas, que acá en en el país se piensa como “esto se puede hacer y esto no”. Creo que en el último tiempo se están rompiendo muchas reglas con respecto a eso. A mí me encanta, me gusta hacer cosas disruptivas, que saturen de más, que tengan un impacto. Es muy difícil hoy en día con la “homogenización” del audio, quizás en las playlist el indie suena todo igual, como así también otros estilos. A su vez, el trap se está normalizando. Entonces, ¿cómo hacés para diferenciarte como ingeniero o mixer en todo eso? Si te subís y copiás al resto, ¿cómo te elige alguien? ¿Porque sonás igual al resto o por hacer algo distinto? Yo trato de jugármela y hacer algo diferente. Apuesto a que cada vez seamos más personas involucradas y cada una tenga su propia personalidad, y que la industria haga elevar la vara musicalmente para que los artistas crezcan, eso es lo que más me importa.

Esta homogenización del audio que mencionás, ¿creés que es consecuencia del avance de la tecnología o es un cambio de paradigma?
Hay gente que le echa la culpa a la tecnología, yo creo que lo que está pasando en este momento es que el estilo que rompió los últimos años, que es todo este boom de música urbana, está en un momento más amesetado hasta empezar a dispararse todos para distintos lados. Cuando apareció, era muy poca la gente que estaba haciendo beats con tune, rotos, clipeados, etcétera. Después, cuando eso se hace parte de la norma, empezás a sentir que está todo chato. Pero en su momento era algo nuevo y estaba todo el mundo diciendo que el auto-tune es una mierda. También está cambiando el inconsciente colectivo y ya no están bardeando, ahora es una herramienta más que se incorpora, es una reverb, es un delay, una distorsión, no pasa por no saber cantar. Y tampoco es la discusión que importa, porque lo verdadero es si el artista se conecta con su público. Ahí no hay una cuestión de si hay tune o no, hay una cuestión de si hay empatía, carisma, o conexión. ¡Dejen a la gente en paz! No entiendo. Yo me metí en la música para hacer algo y que nadie me diga qué hacer. Y resulta que está lleno de pelotudos señalando cómo deberían ser las cosas, en vez de celebrar que estamos en un momento de la industria en que hay un montón de artistas creciendo por todos lados. Eso indudablemente va a hacer que el ojo de un montón de personas se fije en las distintas escenas argentinas, y puede volverse algo mucho más grande.

¿Sentís que hubo un aprendizaje por parte de la gente hacia a tu rol como productor?
Algo sí cambió. Creo que vino con el acceso a la tecnología y con que de golpe muchos pibes se metieron a producir. En Argentina siempre hubieron buenos mixers, antes estaban más detrás del telón y ahora hay mucha más exposición. Pero viene de la mano con la exposición de los productores también. Ya no es solamente el músico, sino todo el equipo técnico que es parte de su marca. No es que tiene su sonido, pasa por su decodificación y su séquito.

Mucho se habla sobre la actualidad como una época de mucha mezcla de géneros musicales. Teniendo en cuenta la literalidad de la expresión, podemos decir que sos alguien que ve y experimenta esta condición. ¿A qué creés que se debe este estilo?
Creo que cambió mucho la música que se escucha. Antes habían muchos más subgéneros y había ingenieros o productores de diferentes guetos musicales. El indie tenía sus ingenieros, el rock tenía sus ingenieros, el metal y el punk lo mismo. Hoy en día, los artistas fueron creciendo tanto ya no hay placer culposo, escuchan de todo, desde los Pistols, pasando por Tan BiónicaMiranda! y Los Redondos, y está todo bien. No existe más la grieta. Eso vino aparentado con el cambio de paradigma en el que se mezcla todo. A mí, pibes de 20 años me pasan referencias de música de hace 25 años. ¿Cómo carajo llegás a eso? Hay un acceso a la música mucho más grande, creo que viene por ese lado. No hay más tabú con respecto a la música. Igualmente, siento que la tenemos que seguir nutriendo. Es un derecho que nos lo ganamos y lo tenemos que seguir construyendo. No lo podemos dar por sentado porque es muy rico que pase eso. Me mata cuando le hago escuchar a jóvenes música que escuchaba cuando yo tenía 14. Cuando les hacés escuchar Blue Lines de Massive Attack y ves que se les dilata la pupila como nos pasó a nosotros es hermoso, está buenísimo.