En plena era digital, cada vez más personas apuestan por los teléfonos sin internet como una forma de desconectarse, cuidar su salud mental y recuperar el control del tiempo.
En una sociedad donde el scroll infinito, las notificaciones y la hiperconexión son moneda corriente, los dumbphones—también conocidos como “teléfonos tontos”— están regresando como una alternativa real y saludable. ¿La idea? Volver a lo básico: llamadas, mensajes SMS y punto.
Estos dispositivos no tienen internet, no permiten instalar apps y no te invitan a revisar redes sociales cada cinco minutos. Su propuesta es clara: menos distracción, más presencia.
Según datos recientes, los usuarios españoles pasan en promedio un 35 % del día en el celular. En muchos casos, ese uso es automático, sin intención consciente, generando ansiedad, dispersión y una fuerte sensación de dependencia.
“Es fundamental tomar conciencia del tiempo que pasamos en el móvil”, señala la psicóloga Gabriela Paoli, especialista en bienestar digital. “Limitar aplicaciones, desactivar notificaciones y crear zonas de desconexión es clave”.
La nueva vieja moda: teléfonos con lo justo
Los dumbphones eliminan de raíz la conexión con internet, correo, apps de trabajo o mensajería instantánea. Como explica Silvia Martínez, directora del máster en Social Media de la UOC, el nombre viene a diferenciar claramente estos dispositivos de los smartphones, que saturan nuestra atención con estímulos constantes.
Aunque algunos modelos pueden tener pantalla táctil o cámara, su objetivo no es competir con la última tecnología, sino ofrecer una vía real para reconectar con el presente.
Un estudio de Statista muestra que el 75 % de los jóvenes entre 18 y 35 años quieren reducir el uso del celular. Y más de la mitad ya considera realizar una “desintoxicación digital”.
También para chicos y adolescentes
Los dumbphones también se están posicionando como una opción para padres que buscan retrasar el acceso de sus hijos a los smartphones. César Córcoles, experto en desarrollo digital, señala que muchos padres prefieren que sus hijos tengan un celular sin internet, al menos hasta los 16 años.
Incluso desde las políticas públicas se empieza a hablar del tema: en España, un grupo de expertos propuso prohibir los smartphones para menores de 16 años, incluir advertencias sobre adicción y aumentar la edad mínima para entrar a redes sociales.