Desde sus inicios lisérgicos en los años 60 hasta su emotiva despedida en Live 8, la historia de Pink Floyd es una sinfonía de genialidades, egos, caídas y resurrecciones. Cambios de formación, tensiones internas y obras maestras convirtieron a la banda británica en un símbolo eterno del rock progresivo.
🌌 De estudiantes experimentales a alquimistas del sonido
Todo comenzó en los claustros universitarios de Cambridge y Londres, donde Roger Waters, Nick Mason y Richard Wright compartían bandas y dudas musicales. En ese caldo de cultivo apareció Syd Barrett, guitarrista carismático que no solo bautizó a la banda como The Pink Floyd Sound, sino que también le imprimió su impronta surrealista y psicodélica. Con su debut The Piper at the Gates of Dawn (1967), la banda se convirtió en referente de la psicodelia británica.
Pero el ascenso fue tan rápido como el deterioro de Barrett. Diagnosticado con esquizofrenia y debilitado por el consumo de LSD, fue apartado en 1968. Su reemplazo fue un viejo amigo: David Gilmour, quien trajo equilibrio técnico y emocional al grupo. Así nacía la formación clásica.
💿 La era dorada: cuatro discos, un imperio y un volcán en erupción
Con Gilmour, Waters, Wright y Mason, Pink Floyd entró en su apogeo creativo. Entre 1973 y 1979 lanzaron una seguidilla de álbumes que definieron al rock progresivo:
- The Dark Side of the Moon (1973)
- Wish You Were Here (1975)
- Animals (1977)
- The Wall (1979)
Pero a mayor éxito, mayor presión. Waters tomó el control creativo absoluto, lo que llevó a fricciones severas con Wright, quien fue despedido durante las sesiones de The Wall (aunque irónicamente continuó como músico contratado). La banda se convirtió en un campo de batalla de talentos.
⚔️ Disputas legales y un nombre que no quiso morir
En 1985, Waters abandonó el grupo convencido de que sin él, Pink Floyd debía disolverse. Pero Gilmour y Mason no pensaban igual. Decidieron seguir adelante y reincorporaron a Wright como músico de sesión. El resultado fue A Momentary Lapse of Reason (1987), un éxito comercial que llevó al grupo a una nueva gira mundial. La banda demostraba que podía llenar estadios sin su fundador ideológico.
En 1994, Wright volvió oficialmente para grabar The Division Bell, un disco más colaborativo y atmosférico. La gira fue un triunfo y marcó el último gran acto como grupo activo.
🕊️ Live 8, homenajes y el ocaso de una leyenda
El 2 de julio de 2005 ocurrió lo que parecía imposible: los cuatro miembros clásicos se reencontraron en Live 8. La actuación fue corta, emotiva y cargada de simbolismo. Por primera vez desde 1981, Waters, Gilmour, Mason y Wright compartían escenario. Fue un adiós tácito y sentido.
La muerte de Richard Wright en 2008 cerró definitivamente cualquier posibilidad de reunión. Sin embargo, en 2014, Gilmour y Mason lanzaron The Endless River, un álbum basado en grabaciones inéditas junto a Wright. Fue el último homenaje a un viaje musical irrepetible.
💫 Más que música: el legado humano de Pink Floyd
La historia de Pink Floyd no es solo la de una banda que reinventó el rock. Es la crónica de cómo el talento, el ego y el dolor pueden convivir —o colisionar— dentro del arte. Cambios de formación, crisis mentales, disputas legales y reconciliaciones fugaces: cada episodio dejó huella no solo en la música, sino en el alma colectiva del siglo XX.
Porque Pink Floyd no fue solo un sonido, fue una constelación humana que brilló, se desgarró y, aun rota, siguió iluminando el firmamento del rock.