El síndrome del superayudante, el mal de las personas que siempre están para dar una mano

Si hay algo que sabemos con certeza de cara a 2024, es que muchas personas anteponen las necesidades de los demás a las suyas propias. Estamos ante una generación de superayudantes, de complacer, de soportar el trauma y permitimos que se crucen nuestros límites, y aunque sabemos que no es bueno para nosotros, es un ciclo increíblemente difícil de romper y es que al crecer, se nos dijo una y otra vez que ser útil es algo maravilloso.

“El síndrome del superayudante es cuando tienes esta compulsión de intervenir y ayudar a los demás, o resolver un problema, incluso cuando no lo necesitas, e incluso si eso significa no satisfacer tus propias necesidades”, dice la autora y psicóloga colegiada Jess Baker.

Esta compulsión puede causar graves daños con el tiempo, y puede ser difícil reconocer hasta que es demasiado tarde: el resentimiento se acumuló y el agotamiento causó heridas.

Diferentes versiones de superayudantes
Baker señala que hay diferentes versiones de superayudantes y, por lo general, hay uno en cada familia (y lugar de trabajo); Ya sea la amiga compasiva que siempre juega a ser la tía auxiliar, la madre con exceso de trabajo que se doblega bajo la carga mental de la vida familiar o el colega que regularmente se encuentra asumiendo más trabajo (o trabajo que no es suyo). Tienden a ser los pacificadores, los reparadores, los que dan el ascensor, los que compran regalos, los secretarios sociales o los cuidadores. Lo único que tienen en común es que son mejores cuidando de los demás que cuidándose a sí mismos.

¿Cuáles son las señales de que su ayuda se está volviendo poco saludable? Las señales incluyen aceptar trabajo extra sin pago adicional o estar disponible fuera de su horario de trabajo, y regularmente no satisfacer sus propias necesidades para ayudar a los demás (es decir, no encontrar el tiempo para relajarse o hacer ejercicio). Y las señales de que se está volviendo demasiado incluyen el resentimiento, el agotamiento y la “fatiga por compasión”, donde comienzas a sentirte afectado emocionalmente por el trauma de los demás.

El ayudante también merece ser ayudado
Un enfoque saludable y equilibrado comienza por tener en cuenta sus propias necesidades y su propio bienestar físico, emocional y mental. Esto incluye establecer límites claros y buscar ayuda de otros cuando sea necesario.

Baker insiste en que no está “en contra de la ayuda”, sino que desea promover la “ayuda saludable”, que surge de la compasión y no de la compulsión. Y el síndrome del superayudante es algo que hay que superar porque no se puede gestionar de forma sostenible ni saludable.

“La ayuda saludable es aquella en la que te ocupas de tus propias necesidades y de los demás”, finaliza.

FUENTE: TN