El escenario ya no es solo de madera y cortinas. La realidad aumentada, la virtualidad y los sensores están cambiando el modo en que vivimos el teatro, la danza y la música en vivo. ¿Dónde queda lo humano en esta nueva experiencia sensorial?
El arte escénico siempre fue un espejo del tiempo. En su respiración en vivo, en el cruce de miradas entre intérpretes y público, se jugaba una verdad única e irrepetible. Pero hoy, el escenario se expande: aparece una máscara digital que no reemplaza lo presencial, sino que lo reconfigura. La tecnología ya no es solo herramienta: es parte del guion, del cuerpo, del relato.
👁️🗨️ Realidad aumentada, sensores, mapping y más
Desde experiencias teatrales con realidad virtual hasta instalaciones performáticas con sensores de movimiento, las artes escénicas están viviendo una pequeña revolución. Y lejos de volverse frías, estas propuestas reavivan la pregunta de siempre: ¿qué nos pasa cuando nos dejamos afectar?
En estas propuestas, el público ya no es sólo espectador. Puede ser parte activa, decidir el rumbo de una historia, o sumergirse en mundos diseñados para conmover con todos los sentidos. Se desdibuja la cuarta pared… y con ella, nuestras propias formas de habitar el arte.
La tecnología no busca suplantar al cuerpo: lo potencia. Le da nuevas texturas, lo desafía. Pero el corazón sigue estando en la emoción. En cómo esa imagen en 3D, ese sonido envolvente o esa proyección en tiempo real logra tocarnos desde lo más humano.