Una preocupante tendencia ha sido identificada por el Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI): el 33% de los adolescentes menores de 16 años muestra signos de tecnodependencia, una adicción al uso constante de internet que conlleva riesgos para la salud mental.
El estudio “Impacto del aumento del uso de Internet y las redes sociales en la salud mental de jóvenes y adolescentes”, liderado por el ONTSI, ha revelado cifras alarmantes. Este organismo español, respaldado por Red.es y el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, ha puesto en evidencia los efectos nocivos del uso descontrolado de dispositivos electrónicos en la juventud.
Entre los datos más preocupantes, se destaca que el 11,3% de los usuarios de internet entre 15 y 24 años están en riesgo elevado de desarrollar una compulsión digital. Sin embargo, esta cifra se eleva significativamente al 33% en adolescentes de 12 a 16 años, indicando la urgencia de abordar posibles trastornos mentales que puedan afectar su rendimiento y bienestar.
El impacto en la vida diaria de los adolescentes es evidente. El 44,6% manifiesta que el exceso de tiempo en redes sociales interfiere con sus estudios, mientras que el 26% reconoce sentirse solos debido al uso prolongado de dispositivos tecnológicos. Además, actividades importantes como el deporte, las salidas culturales y el tiempo con amigos se ven afectadas negativamente.
Aunque el 80% de la juventud se siente más conectada gracias a internet y las redes sociales, la calidad de esta interacción es superficial, marcada por la distancia física y la dependencia digital.
Ante esta problemática, el ONTSI hace un llamado a la acción. Se destaca la importancia de la educación familiar para gestionar el uso adecuado de la tecnología por parte de los jóvenes. Asimismo, se subraya la necesidad de invertir en salud mental desde edades tempranas como medida preventiva ante los posibles efectos negativos del uso excesivo de dispositivos electrónicos.
En un mundo cada vez más digitalizado, es imperativo abordar esta tecnodependencia como un problema de salud pública y promover un uso equilibrado y saludable de la tecnología entre las nuevas generaciones.