“Todos somos extraños”: la película que duele, abraza y nos recuerda lo que fuimos

¿Qué pasaría si pudieras volver a ver a tus padres fallecidos tal como los recordás?
La nueva joya del cine británico, Todos somos extraños (All of Us Strangers), dirigida por Andrew Haigh, se atreve a responder esa pregunta con una mezcla de melancolía, amor y realismo mágico que emociona desde lo más profundo.

Basada en una novela japonesa y cargada de tintes autobiográficos, la historia sigue a Adam (Andrew Scott), un guionista solitario que se encuentra con su enigmático vecino Harry (Paul Mescal). Este vínculo lo empuja a volver a su casa de infancia, donde sucede lo imposible: sus padres muertos (Claire Foy y Jamie Bell) están allí, intactos, como si el tiempo nunca hubiera pasado.

Lo más impactante es que Haigh filmó en su propia casa de la infancia. El resultado: una película que no solo habla del duelo, sino que lo transforma en un espejo emocional donde muchos pueden verse reflejados. ¿Qué le dirías hoy a quien perdiste? ¿Qué parte tuya quedó congelada en el pasado?

Todos somos extraños no es solo una historia de amor o de fantasmas; es un viaje emocional hacia la identidad, la memoria y el deseo de cerrar heridas que quedaron abiertas en la infancia. Una mezcla delicada de ternura, nostalgia y lo sobrenatural que se siente tan real como la vida misma.

Fue una de las películas más elogiadas del año: nominada a seis BAFTA y aclamada por la crítica por su profundidad emocional y actuaciones memorables.

💭 Ideal para quienes se animan a mirar hacia adentro y preguntarse: ¿cuánto de lo que somos hoy está hecho de lo que nunca pudimos decir?