Lavar frutas y verduras antes de consumirlas es una costumbre que no deberíamos pasar por alto. Más allá de la simple higiene, esta práctica es clave para eliminar microorganismos dañinos y restos de pesticidas que pueden poner en riesgo nuestra salud.
Aunque muchos productos llegan al mercado como “prelavados” o “listos para comer”, los expertos advierten que esa limpieza no siempre es suficiente. Por eso, dedicar unos minutos a lavar correctamente los alimentos frescos en casa es fundamental para evitar enfermedades y disfrutar de comidas más seguras.
Los métodos caseros son efectivos y accesibles. Simplemente lavar bajo agua corriente con un poco de fricción ayuda a eliminar gran parte de las bacterias y suciedad. Para una limpieza más profunda, se recomienda remojar las frutas y verduras en una mezcla de agua con vinagre o bicarbonato de sodio durante unos 10 a 15 minutos, y luego enjuagar bien para retirar cualquier residuo.
Este paso es aún más importante cuando se consumen productos de piel más gruesa, como melones o papas, ya que la fricción con un cepillo puede eliminar contaminantes que quedan atrapados en la superficie.
No lavar adecuadamente los alimentos frescos puede aumentar la posibilidad de infecciones causadas por bacterias como E. coli, salmonela o listeria, responsables de brotes alimentarios. Por eso, la recomendación es clara: no dejar la limpieza al azar ni confiar ciegamente en las etiquetas.
En resumen, lavar frutas y verduras es un acto sencillo que protege nuestra salud y la de quienes nos rodean. Incorporar esta práctica en la rutina diaria es una inversión pequeña para prevenir riesgos grandes y disfrutar más seguros de lo que llevamos a la mesa.