El tango, la danza rioplatense declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2009, no solo simboliza identidad cultural, sino que también ofrece significativos beneficios para la salud física, mental y social. Estudios recientes han demostrado su impacto positivo en enfermedades como Parkinson, artritis reumatoidea, cáncer de mama y demencias.
Tango y Parkinson: equilibrio y emociones
Un estudio realizado por investigadores italianos y publicado en Scientific Reports evaluó los efectos del tango en 24 pacientes con Parkinson. Los resultados mostraron que, además de estabilizar las capacidades motoras y cognitivas, el tango ayudó a mejorar el reconocimiento de emociones faciales y fomentó la interacción social. Según el doctor Marcelo Merello, del Fleni, el tango actúa como un entrenamiento visuoespacial que mejora el control motor de los pacientes.
Alivio para pacientes con artritis reumatoidea
Un estudio franco-finlandés, publicado en Clinical Rheumatology, evaluó cómo el tango impacta en la movilidad y percepción corporal de pacientes con artritis reumatoidea y espondiloartritis. Los participantes que bailaron tango mostraron mejoras en el equilibrio, velocidad al caminar y reducción del dolor.
Mitigación de la fatiga en el cáncer de mama
Investigadores alemanes analizaron cómo el tango alivia la fatiga crónica asociada al cáncer de mama. Según los resultados publicados en Cancers, las pacientes que participaron en sesiones de tango reportaron mejoras sostenidas en su calidad de vida, fatiga y funcionamiento físico hasta seis meses después de la intervención.
Tango como terapia para la demencia
Un estudio liderado por investigadores franceses y españoles, publicado en BMC Geriatrics, mostró que la tango-terapia mejoró significativamente la velocidad al caminar y mitigó el deterioro funcional en personas mayores con demencia, en comparación con el ejercicio físico convencional.
Impacto del tango en el cerebro
El neurocientífico Agustín Ibáñez explicó que el tango combina estimulación rítmica, motora, auditiva y social. Esto favorece la plasticidad cerebral, el control motor, y las funciones ejecutivas como planificación y secuenciación. Además, mejora la autoestima, reduce la ansiedad y fomenta la empatía y la interacción social, claves para la salud cerebral.
Estudios anteriores del equipo de Ibáñez demostraron que los bailarines expertos en tango desarrollan una capacidad única para anticipar movimientos y errores, lo que refuerza la conexión cerebral.
Una intervención no farmacológica eficaz
El tango no solo es una expresión cultural, sino una terapia integral que mejora la calidad de vida, fomenta la interacción social y promueve el bienestar físico y mental. Su versatilidad lo posiciona como una herramienta valiosa en programas de rehabilitación y cuidado integral.