🚔 Un tribunal de apelaciones en Londres anuló la condena de Peter Sullivan, un hombre que pasó casi cuatro décadas tras las rejas por un asesinato que no cometió. La historia, que ya marca un récord en el Reino Unido, reabre el debate sobre la justicia y los métodos forenses utilizados en los años 80.
🗓️ Sullivan, hoy de 68 años, fue condenado en 1987 por el asesinato y violación de Diane Sindall, una joven de 21 años atacada un año antes en un callejón de Birkenhead, en Merseyside. La sentencia se basó en una presunta confesión y en marcas de mordida, una técnica forense muy cuestionada y, en muchos casos, desacreditada.

🧬 En ese entonces, la tecnología de ADN no estaba disponible. No fue sino hasta 2021 que un nuevo análisis genético, solicitado por la Comisión de Revisión de Casos Penales (CCRC), reveló lo impensado: el ADN encontrado en la escena del crimen no pertenecía a Sullivan.
🧾 Pese a haber intentado apelar en 2016, su pedido fue rechazado. Solo con la evidencia científica más reciente se logró su liberación. Desde 2023, más de 260 hombres fueron descartados como sospechosos. Aún no se ha identificado al verdadero autor del crimen.
🗣️ Afuera del tribunal, su abogada leyó un mensaje: “Quiero reunirme con mi familia y aprovechar al máximo el tiempo que me queda. Es una lástima que no haya un plazo para reparar el daño que me hicieron. No estoy enojado ni amargado”.
💥 El caso genera un nuevo llamado de atención sobre cómo la justicia puede fallar y cómo las herramientas del pasado pueden conducir a errores irreversibles.
📌 Curiosidad jurídica: las condenas basadas en “marcas de mordida” como evidencia fueron comunes en los años 70 y 80, pero en las últimas décadas decenas de casos en EE.UU. y Reino Unido fueron anulados por su falta de fiabilidad científica. Hoy, esta técnica está prácticamente descartada en los sistemas forenses modernos. 🧪🕵️♂️