Un hábito japonés que podría aumentar la longevidad: consumir pescado pequeño en el desayuno
Un reciente estudio de la Universidad de Nagoya, en Japón, ha puesto en evidencia un hábito alimenticio que podría ser clave para la longevidad: incluir pescado pequeño en el desayuno.
Beneficios del pescado pequeño en la dieta
Esta tradición, común en Japón, ha demostrado estar asociada con una reducción significativa en las tasas de mortalidad y un menor riesgo de cáncer, según la investigación publicada en la revista Public Health Nutrition.
Mientras que en gran parte del mundo el desayuno suele incluir café con tostadas, cereales o yogur, en Japón es habitual el consumo de pequeños pescados secos, como sardinas, espadines y gallinetas.
Estos peces suelen ingerirse enteros, incluyendo la cabeza y los huesos, lo que los convierte en una fuente excepcional de calcio y vitamina A.
Un estudio con más de 80.000 personas
La investigación siguió a más de 80.000 personas durante nueve años y encontró que:
- Las mujeres que consumían pescado pequeño entre una y tres veces al mes tenían un 32% menos de riesgo de mortalidad.
- Aquellas que lo ingerían una o dos veces por semana reducían el riesgo en un 28%.
- Las que lo hacían tres veces por semana o más mostraban una disminución del 31%.
En los hombres, aunque se observó una tendencia similar, los resultados no fueron estadísticamente significativos, posiblemente debido a diferencias en las porciones consumidas.
¿Por qué este hábito podría extenderse al mundo?
Takashi Tamura, uno de los autores del estudio, señaló que este tipo de alimentación es común en países costeros como Japón, pero sugiere que su consumo podría implementarse a nivel global.
“Sospechamos que su ingesta regular podría ser una estrategia para aumentar la esperanza de vida”, afirmó Tamura, aunque aclaró que aún se necesitan más investigaciones para confirmar estos hallazgos.
El consumo de estos peces enteros no solo es beneficioso por su perfil nutricional, sino que además presentan niveles más bajos de mercurio en comparación con peces más grandes.
En Portugal, por ejemplo, el consumo de pescados pequeños fritos es común, lo que, además de ser una opción sostenible, podría contribuir a una mayor longevidad.
La dieta japonesa y su impacto en la longevidad
Este estudio refuerza la idea de que la alimentación japonesa es una de las más saludables del mundo.
La dieta tradicional de Japón, basada en pescados, algas, arroz, soja y verduras, ha sido vinculada en numerosas ocasiones con una mayor longevidad y menor incidencia de enfermedades crónicas.
De hecho, Japón es el país con mayor esperanza de vida del mundo, con un promedio de 84 años, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El hábito de consumir pescado en el desayuno es solo una pieza más del rompecabezas de la longevidad japonesa. Otros estudios han señalado que factores como el consumo de té verde, la reducción de carnes rojas y el estilo de vida activo también juegan un papel clave en la salud de esta población.
¿Podría adoptarse este hábito en Occidente?
Aunque en muchos países la idea de comer pescado en el desayuno puede parecer extraña, los hallazgos de este estudio invitan a reconsiderar nuestras opciones matutinas.
Incluir pescados pequeños en la dieta podría ser una estrategia sencilla y accesible para mejorar la salud a largo plazo.
A medida que la ciencia avanza en la comprensión de los factores que influyen en la longevidad, quizás sea momento de mirar hacia Japón y replantear nuestras costumbres alimenticias.
Cambiar el croissant por un plato de sardinas en la mañana podría ser un pequeño ajuste con grandes beneficios.
Adoptar hábitos alimenticios inspirados en la dieta japonesa no implica un cambio drástico, sino una oportunidad de mejorar la calidad de vida con pequeños ajustes.
Incluir pescado pequeño en el desayuno, además de ser una opción nutritiva y sostenible, podría traducirse en beneficios a largo plazo para la salud.
Si bien aún se requieren más estudios para comprender a fondo su impacto en la longevidad, esta investigación refuerza la importancia de una alimentación equilibrada y rica en nutrientes esenciales.
Tal vez, en el futuro, incorporar estos hábitos en otras culturas sea clave para una vida más larga y saludable.