El “Lado B” de vivir en el país más feliz del mundo: La experiencia de un Argentino en Finlandia

Nahuel Ríos, un argentino de 39 años, ha estado viviendo en Finlandia desde 2016, un país que la ONU ha declarado como “el país más feliz del mundo” por séptimo año consecutivo. Sin embargo, detrás de esta aparente felicidad se esconde una realidad menos idílica, especialmente para los extranjeros que enfrentan desafíos únicos en este país nórdico.

A pesar de la aparente perfección en términos de igualdad de género, acceso a la educación y sistema de salud gratuito, Nahuel destaca algunos aspectos que hacen que la vida en Finlandia no sea tan amigable, especialmente para los forasteros. Entre ellos, el clima extremadamente frío, con temperaturas que pueden llegar hasta los -50 grados Celsius y tres meses de noche ártica, donde el sol no se eleva sobre el horizonte, son factores que afectan significativamente el estado de ánimo y la salud mental de las personas.

“Si evaluamos todo eso hasta te puedo decir que es el mejor país de Europa para vivir, pero tiene otros aspectos relacionados con lo emocional y la salud mental que no lo hace tan amigable; y mucho menos para los extranjeros”, advirtió Nahuel Ríos, un argentino de 39 años que vive hace 8 años en Finlandia.

Nahuel, quien trabaja en el único pueblo navideño del mundo, ubicado en el Círculo Polar Ártico, relata cómo el clima hostil y la falta de luz solar durante largos períodos lo llevaron a experimentar una crisis de identidad y depresión, lo que lo llevó a buscar ayuda psicológica. Aunque Finlandia ofrece un sistema de salud gratuito, Nahuel señala que las listas de espera y los costos adicionales pueden ser un obstáculo para aquellos que necesitan atención médica.

“En las zonas más agradables, como Helsinki, la temperatura alcanzó los -20 grados centígrados. Pero en el Ártico, la sensación térmica trepó a los -50 grados. Fue algo inexplicable y eso influye muchísimo en el día a día de la gente y en su estado de ánimo”, contó sobre la vida solitaria que tiene la mayoría, prácticamente sin visitar a familiares o amigos.

Y agregó: “El frío no solo hace que tu cuerpo sienta un estado de cansancio o pereza permanente sino que también repercute en la mente. Te vuelve más melancólico o depresivo. No cualquiera soporta tres meses de noche ártica, que es cuando el sol no se eleva sobre el horizonte, con tormentas de nieve y vientos huracanados de 90 kilómetros por hora. Por el contrario, en verano, “a las 2 de la mañana seguís viendo el cielo con claridad como si fuese pleno día, es un atardecer eterno”, describió sobre las llamadas “Noches Blancas y los desequilibrios emocionales que puede provocar el clima.

La depresión que atravesó Nahuel por la falta de luz solar este invierno llegó a tal punto que tuvo que hacer terapia. “Necesité ayuda psicológica. Contacté a un profesional argentino porque necesitaba hablar con alguien que entendiera lo que estaba pasando así que hice terapia por zoom. Atravesé una crisis de identidad por vivir tantos años en Finlandia. Sentí que ya me había convertido en uno de ellos, que ya que me había acostumbrado a vivir en una especie de soledad sin fortalecer los vínculos, cuando yo no soy así”, aseguró el argentino.

Además, Nahuel destaca la sociedad finlandesa como cerrada y poco sociable, donde la dificultad del idioma y la tendencia a la soledad pueden dificultar la integración de los extranjeros. También señala la falta de aumento salarial y el aumento del costo de vida como desafíos adicionales, lo que hace que mantener una buena calidad de vida sea cada vez más difícil para los trabajadores promedio.

Por último, Nahuel menciona el creciente discurso de odio y discriminación racial en Finlandia, destacando cómo los nombres y apellidos no finlandeses pueden ser una barrera para el avance laboral y la integración social.

A pesar de todo, Nahuel sigue siendo optimista y valora las experiencias positivas que Finlandia tiene para ofrecer, pero reconoce que la vida en el país más feliz del mundo tiene su “lado B” que no siempre es visible a simple vista.