¿Cómo afectan los estereotipos del cine en la construcción de nuestra identidad? ¿Qué imagen de mujer consumimos desde que somos niñas? A partir de estas preguntas nace Damas, Villanas y Lolitas, el primer libro de la analista fílmica feminista Sandra Miret, una obra que pone la lupa sobre el cine y las series que nos formaron.
Con una mirada crítica y cercana, Miret —que cuenta con más de 500 mil seguidores en redes— desmenuza décadas de representaciones audiovisuales que, lejos de ser solo entretenimiento, contribuyeron a instalar mandatos, ideales de belleza, rivalidades femeninas y arquetipos de mujer como la “dama en apuros”, la “femme fatale” o la “business woman malhumorada”.
En sus páginas, la autora plantea que el cine fue (y sigue siendo) un vehículo del sistema patriarcal, capaz de perpetuar estereotipos de género, reforzar la cultura de la violación y silenciar voces no normativas. El ensayo no solo analiza cómo se construyen los personajes femeninos, sino también cómo se filma el cuerpo de las mujeres, troceado en planos que satisfacen la mirada masculina. Desde las princesas rescatadas por héroes hasta los planos en cámara lenta que sexualizan innecesariamente, Miret muestra que los mecanismos del cine clásico siguen presentes incluso en ficciones actuales como Euphoria.
Sin embargo, no todo es crítica: el libro también destaca los avances en la industria, como la aparición de nuevas directoras, la incorporación de coordinadoras de intimidad en los sets y el surgimiento de narrativas más inclusivas. Aun así, Miret advierte que el cambio es lento y muchas veces se ve opacado por retrocesos en productos mainstream como Élite o Emily in Paris.
“Lo personal es político, y el cine también lo es”, asegura la autora, que invita a los lectores a hacerse preguntas, revisar su infancia audiovisual y construir una mirada más crítica. Su intención es clara: abrir conversación, sembrar duda y recordar que, como público, tenemos un rol clave en lo que se produce y se consume.
Con Damas, Villanas y Lolitas, Miret nos recuerda que lo que vemos en pantalla moldea lo que creemos posible. Y que revisar el pasado también es una forma de transformar el futuro.