Hoy en día, las personas están expuestas a una gran variedad de sustancias químicas sintéticas, presentes en productos que utilizamos o consumimos a diario, como alimentos, productos de limpieza y cuidado personal, y en el ambiente. Un grupo en particular que ha generado preocupación son los llamados “químicos para siempre” o PFAS (por sus siglas en inglés), conocidos por su resistencia a la degradación, lo que les permite persistir tanto en el medio ambiente como en el cuerpo humano.
El Centro de Ciencias de Salud Ambiental de la Universidad de California en Davis ha destacado varios aspectos alarmantes de los PFAS:
- Llevan más de 60 años en uso y sus efectos sobre la salud pueden ser dañinos a largo plazo.
- Pueden afectar la salud incluso en concentraciones muy bajas.
- Son volátiles y se dispersan en el aire con facilidad.
- Se disuelven en el agua.
Recientemente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió una advertencia sobre componentes potencialmente cancerígenos presentes en utensilios de cocina, como sartenes y ollas antiadherentes, que contienen compuestos artificiales como el sulfonato de perfluorooctano (PFOS) y el ácido perfluorooctanoico (PFOA).
Un estudio publicado en la revista Frontiers in Toxicology por científicos suizos también identificó 189 sustancias detectadas en materiales en contacto con alimentos, que podrían estar relacionadas con el cáncer de mama.
¿Dónde se encuentran los PFAS?
Los PFAS están presentes en muchos productos cotidianos: ropa, cosméticos, productos antimanchas, envases de alimentos, entre otros. Por su persistencia en el ambiente y los riesgos que representan, se están implementando regulaciones en todo el mundo para limitar su uso.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos, estas sustancias están presentes en niveles bajos en algunos alimentos y en el ambiente, y casi todas las personas tienen alguna cantidad de PFAS en la sangre. Aunque es difícil evitar completamente la exposición, hay medidas para reducir el riesgo, sobre todo si se vive cerca de fuentes de contaminación conocidas.
Efectos en la salud
Los PFAS se acumulan en el cuerpo, y estudios han encontrado vínculos entre niveles elevados de estas sustancias en la sangre y varios problemas de salud:
- Aumento del colesterol.
- Alteraciones en las enzimas del hígado.
- Menor respuesta a vacunas en niños.
- Mayor riesgo de hipertensión o preeclampsia en embarazadas.
- Reducción en el peso al nacer.
Además, algunas investigaciones sugieren un mayor riesgo de cáncer de testículo, riñón, tiroides, próstata, vejiga, mama y ovario.
¿Cómo reducir la exposición a los PFAS?
Expertos recomiendan tomar medidas como:
- Evitar alfombras y tapicerías resistentes a las manchas.
- Leer etiquetas para evitar productos con ingredientes que incluyan “fluoro”.
- Optar por utensilios de cocina de hierro fundido, acero inoxidable, vidrio o esmalte en lugar de teflón.
- Filtrar el agua potable.
- Elegir alimentos frescos y evitar envases para llevar o papeles grasosos.
Siguiendo estas recomendaciones, es posible disminuir la exposición a estas sustancias, aunque su presencia en el ambiente hace que la exposición completa sea difícil de evitar.