Así aprendieron a caminar los mamíferos: la historia no fue en línea recta

Un estudio de Harvard reveló que el paso de la locomoción reptiliana a la postura erguida de los mamíferos no fue un proceso lineal ni gradual, sino una secuencia compleja de innovaciones anatómicas. Usando modelos 3D, los investigadores reconstruyeron 300 millones de años de historia evolutiva a través de un solo hueso: el húmero.


🐾 Evolución sin GPS: la marcha de los mamíferos fue todo menos directa

Durante generaciones, la ciencia intentó trazar el camino evolutivo que llevó a los mamíferos desde el andar despatarrado de los reptiles hasta la elegante marcha erguida de un humano. Se asumía que este tránsito fue progresivo, predecible… casi civilizado. Pero un reciente estudio publicado en PLOS Biology se encargó de dinamitar esa narrativa.

El equipo, liderado por Robert Brocklehurst (ex investigador de Harvard), analizó el hueso del húmero —esa barra de hueso entre el hombro y el codo— en más de 200 especies actuales y fósiles. Y descubrieron algo inquietante: la evolución de la locomoción mamífera no fue una línea recta, sino un terreno escarpado, lleno de curvas, retrocesos y saltos inesperados.


🧬 El húmero como máquina del tiempo

Para reconstruir esta historia de 300 millones de años, el equipo utilizó modelos tridimensionales de alta precisión y simulaciones computacionales. Midieron cómo varía la geometría del húmero en propiedades clave: longitud, torsión, masa y efecto palanca. Cada una de estas variables ofrece pistas sobre cómo caminaban nuestros antepasados.

Descubrieron que los primeros sinápsidos —los pelicosaurios— no se movían como los reptiles actuales. Tenían una biomecánica singular, una especie de híbrido entre la torsión reptiliana y la fuerza muscular mamífera. En lugar de una evolución gradual hacia la postura erguida, lo que emergió fue un paisaje funcional caótico y creativo, con múltiples formas de locomoción ensayadas y abandonadas.


📉 Del mito de la línea recta al mapa de montañas

Lejos de una narrativa ordenada, los investigadores hablaron de “estallidos de innovación”. Es decir, momentos puntuales donde ciertos grupos —como los terápsidos y cinodontos— experimentaron adaptaciones drásticas. Algunas versiones caminaron como mamíferos modernos; otras tomaron caminos completamente distintos.

Este hallazgo derriba la idea de que la marcha erguida fue una adquisición temprana del linaje mamífero. Por el contrario, fue una invención tardía, un rasgo final, no fundacional. La evolución, más que un tren en línea recta, se parece a un sendero de montaña que zigzaguea entre accidentes y atajos.


🔍 Lo que un hueso puede contar (y lo que aún no puede)

La marcha moderna no apareció sino hasta bien entrado el linaje mamífero. Pero hay un detalle fascinante: los monotremas actuales, como el ornitorrinco y la equidna, no conservaron la postura antigua, como podría suponerse. Efectuaron su propia revolución locomotora, adaptándose a la excavación de forma independiente. Una convergencia funcional digna de un thriller evolutivo.

Y sin embargo, los huesos solo cuentan parte de la historia. El registro fósil no guarda músculos ni tendones, esos elementos blandos y efímeros que moldean los movimientos reales. Por eso, el equipo ya trabaja en modelos más completos que incorporen tejidos blandos y permitan recrear la locomoción de forma más precisa.


🌍 Más que huesos: una danza de la vida a través del tiempo

“Entender cómo los mamíferos llegaron a caminar erguidos no es solo una cuestión de huesos”, dijo Brocklehurst. “Es una historia dinámica de la vida en la Tierra”. Una historia que no responde a una lógica lineal, sino a la misma mecánica caótica y genial de la evolución: ensayo, error, innovación y adaptación.

Porque en este largo caminar de millones de años, el pasado no es una línea recta, sino un mosaico de posibilidades. Y a veces, para entender cómo llegamos hasta aquí, basta con estudiar un solo hueso… con atención.