Dormir siestas breves mejora el cerebro y protege el corazón, según la ciencia

Un nuevo estudio publicado por expertos del University College London y la Universidad de la Sorbona analizó los beneficios neurológicos y cardiovasculares de las siestas breves y los resultados fueron sorprendentes: dormir entre 5 y 30 minutos a mitad del día puede mejorar la salud del cerebro y reducir el riesgo de enfermedades cardíacas.

Lejos de ser sinónimo de pereza, las siestas cortas pueden ser una herramienta de autocuidado eficaz, sobre todo para quienes duermen poco durante la noche o enfrentan jornadas de alta demanda mental.

El estudio, publicado en Sleep Health, evaluó datos de más de 35.000 personas del Biobanco del Reino Unido y descubrió que quienes dormían siestas cortas frecuentes mostraban mayor volumen cerebral, lo que suele estar asociado con un menor deterioro cognitivo.

Además, otras investigaciones complementarias (como las del Instituto del Corazón de Texas) encontraron que quienes incorporaban siestas breves presentaban niveles más bajos de presión arterial y menor riesgo de enfermedades cardiovasculares.

🧬 “La siesta actúa como un reseteo del sistema nervioso. En pocos minutos, se activan mecanismos de consolidación de memoria y de recuperación neuromuscular”, explicó la doctora Nita Patel, especialista en neurociencia del sueño.

Dormir a mitad del día no es fácil para todos. Algunas personas tienen ritmos circadianos más activos durante la tarde, o directamente no tienen espacio ni tiempo en su rutina laboral para descansar.

En esos casos, los especialistas recomiendan pequeñas pausas conscientes: cerrar los ojos, respirar profundo durante 5 minutos o realizar una meditación guiada. El descanso no siempre implica dormir, pero sí darle un respiro al sistema nervioso.

La siesta no es solo un hábito saludable, también fue una herramienta creativa para grandes mentes. Albert Einstein dormía siestas diarias de 20 minutos, mientras que Salvador Dalí usaba una técnica curiosa: se dormía sosteniendo una cuchara, que al caer al suelo lo despertaba justo antes de entrar en sueño profundo. Esa micro siesta le daba “descargas creativas”.