Los relojes inteligentes se han convertido en aliados indispensables para quienes buscan controlar su bienestar. Capaces de registrar desde la presión arterial hasta los patrones de sueño, estos dispositivos prometen ofrecer datos que ayudan a mejorar la calidad de vida. Sin embargo, la BBC señala que, pese a su creciente popularidad, la fiabilidad de sus mediciones sigue siendo un tema de debate entre los expertos.
Tecnología y aplicaciones
Uno de los aspectos más destacados de los relojes inteligentes es su capacidad para medir indicadores clave de la salud. El conteo de pasos es una de las métricas más precisas, gracias a un acelerómetro que detecta el movimiento de la muñeca, según explica Cailbhe Doherty, especialista de la University College Dublin.
Otro parámetro ampliamente monitoreado es la presión arterial. Para calcularla, estos dispositivos utilizan la tecnología fotopletismográfica (PPG), que emite una luz verde para analizar la cantidad de sangre en los vasos sanguíneos. La BBC explica que esta técnica detecta variaciones en el volumen sanguíneo con cada latido, ofreciendo así una estimación de la presión arterial.
Los relojes inteligentes también permiten medir la saturación de oxígeno en la sangre. Para ello, envían luz infrarroja y roja a través de la piel y, en función de cómo la hemoglobina absorbe la luz, calculan la cantidad de oxígeno transportado en el cuerpo.
No obstante, todas estas mediciones dependen de sensores ópticos, lo que genera dudas sobre su precisión.
La precisión de los datos: ¿qué tan confiables son?
La fiabilidad de los relojes inteligentes varía según la métrica analizada. Mientras que en la medición de la frecuencia cardíaca y el GPS suelen ser bastante precisos, su desempeño en el monitoreo del sueño presenta limitaciones importantes.
Doherty explica que medir el descanso es complejo, ya que involucra múltiples señales como el ritmo cardíaco, la frecuencia respiratoria y los movimientos. Esto puede generar errores acumulativos que afectan la exactitud de los resultados.
Otro aspecto cuestionado es la estimación del gasto calórico. Los relojes inteligentes calculan las calorías quemadas a partir de la acelerometría y la fotopletismografía, pero estos métodos pueden ser hasta un 150% inexactos en comparación con técnicas más precisas, como la medición directa del oxígeno.
El impacto en los hábitos de los usuarios
A pesar de sus márgenes de error, estos dispositivos tienen un efecto positivo en la motivación de las personas. Un estudio de Ty Ferguson, investigador de la Universidad de Australia del Sur, encontró que los usuarios de relojes inteligentes caminan en promedio 1.800 pasos más al día y aumentan su actividad física general.
Sin embargo, la confianza en la precisión de los datos es clave para su uso continuo. Ferguson descubrió que muchas personas dejan de utilizar sus relojes cuando perciben que los resultados no son confiables.
¿Qué se espera en el futuro?
El avance tecnológico en relojes inteligentes apunta a mejorar la precisión de sus mediciones. Aunque las tecnologías de sensores no cambiarán drásticamente en el corto plazo, los algoritmos que procesan los datos seguirán evolucionando con el tiempo y con el aumento de registros de usuarios.
Según la BBC, aunque su precisión aún genera debate, estos dispositivos continúan siendo herramientas útiles para monitorear la salud. Con la mejora de los algoritmos y tecnologías de detección, podrían convertirse en aliados aún más efectivos para el bienestar personal.