El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, denunció este domingo que las fuerzas rusas han llevado a cabo 730 ataques aéreos durante la última semana, incluso en plena Nochebuena. El mandatario señaló que drones, bombas guiadas y misiles han sido utilizados contra ciudades y comunidades ucranianas, profundizando el asedio en el este del país.
UNA ESCALADA EN PLENO INVIERNO
“Rusia ha usado más de 370 drones de ataque, cerca de 280 bombas guiadas y 80 misiles de distintos tipos en los últimos siete días”, expresó Zelenski a través de su cuenta en la red social X. La ofensiva ha golpeado con fuerza en momentos festivos, una estrategia que desde Kiev califican de “terrorismo de guerra”.
AVANCES EN EL FRENTE ORIENTAL
Mientras tanto, las tropas rusas consolidan su control en el este de Ucrania. Según el Ministerio de Defensa de Rusia, en la última jornada se han tomado cuatro nuevas localidades, sumando un total de ocho en los últimos siete días. El avance se concentra en las cercanías de Pokrovsk y Kostiantinivka, lo que podría preparar el terreno para una gran ofensiva en 2025 sobre Kramatorsk y Sloviansk, dos ciudades clave de la región de Donetsk.
El Estado Mayor ruso estima que sus fuerzas han conquistado 4.500 kilómetros cuadrados durante este año. No obstante, el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW) considera que esa cifra es exagerada y calcula que Rusia aún necesita capturar aproximadamente 8.000 kilómetros cuadrados para controlar toda la región de Donetsk.
PERSPECTIVAS PARA 2025
Analistas internacionales advierten que el conflicto podría recrudecerse en 2025, con Rusia enfocando sus esfuerzos en cerrar el cerco sobre las principales ciudades del Donbás. La resistencia ucraniana, por su parte, se centra en reforzar las líneas defensivas y fortalecer su capacidad antiaérea con apoyo de aliados occidentales.
UN DATO REVELADOR
Desde el inicio de la guerra en febrero de 2022, Ucrania ha denunciado más de 6.000 ataques con drones rusos, lo que refleja un cambio significativo en las tácticas de combate, con un uso cada vez más intensivo de tecnología no tripulada. Esta estrategia ha permitido a Rusia mantener la presión sobre el frente sin exponer masivamente a sus tropas, prolongando así una guerra que parece no tener un final cercano.