En un descubrimiento que ha sorprendido a la comunidad científica, un grupo de investigadores chinos ha logrado detectar una burbuja de plasma sobre las icónicas pirámides de Guiza, en Egipto. Este hallazgo fue posible gracias a un avanzado súper radar desarrollado en China, conocido como LARID, que promete revelar fenómenos que hasta ahora habían pasado desapercibidos.
Las burbujas de plasma ecuatoriales son fenómenos atmosféricos que se generan cuando grandes cantidades de partículas cargadas desaparecen de la atmósfera terrestre, creando vacíos que toman la forma de burbujas. Estas formaciones suelen aparecer en zonas de baja latitud, como es el caso de las pirámides de Guiza, y han sido observadas de manera simultánea en otros puntos del planeta, como las Islas Midway.
La aparición de estas burbujas, que los científicos atribuyen a una tormenta solar, no solo ha despertado el interés por su singular ubicación, sino también por las implicancias que podrían tener. Las burbujas de plasma pueden crecer a tamaños gigantescos y generar interferencias en sistemas de GPS y comunicaciones por satélite, lo que las convierte en un fenómeno con potenciales efectos disruptivos.
El radar LARID, ubicado en la isla de Hainan, China, ha sido clave para este descubrimiento. Con una capacidad de alcance de casi 10.000 km, este radar supera las limitaciones impuestas por la curvatura terrestre y ha logrado avances significativos en la detección de fenómenos atmosféricos. El radar utiliza ondas electromagnéticas que rebotan entre la ionosfera y el suelo, y si encuentran una burbuja de plasma en su camino, estas ondas rebotan y transmiten valiosa información a los científicos.
El éxito del radar LARID ha impulsado a los investigadores chinos a planear la creación de más unidades para ampliar la cobertura de observación y mejorar la capacidad de detección en tiempo real. De esta manera, podrían no solo seguir estudiando las burbujas de plasma, sino también prepararse para mitigar sus efectos en las comunicaciones globales.
Las burbujas de plasma fueron detectadas por primera vez en 1970, pero solo con tecnología avanzada como el radar LARID ha sido posible observarlas en detalle y en ubicaciones tan emblemáticas como las pirámides de Guiza.