Alejandro Garzón Macedo exhibe con orgullo la documentación que lo convirtió, 18 años atrás, en dueño de un pedazo del único satélite natural de la Tierra. Hoy, forma parte de las 6 millones de personas en el mundo que invirtieron en el proyecto inmobiliario de la empresa Lunar Embassy.
Alejandro Garzón Macedo asegura ser el primer argentino que compró un lote en la Luna, allá por septiembre de 2006. Mientras a fines de la década del noventa todo el mundo estaba fascinado con el boom de Internet y el auge de las nuevas tecnologías, con la llegada del nuevo milenio a un estadounidense se le ocurrió un insólito negocio que se convertiría en otro boom, pero completamente inimaginable: la venta de terrenos en la Luna.
En 2001, Denis Hope empezó a vender sus primeros lotes a través de la empresa Lunar Embassy. Esto fue posible gracias al Tratado de Espacio Exterior de la ONU, que establecía que ningún país podía apropiarse de un planeta o de una estrella. Sin embargo, no decía nada de los individuos. Aprovechando ese vacío legal, Hope se autoproclamó el dueño del satélite natural de la Tierra y de todos los planetas del Sistema Solar. Loteó la Luna, comenzó a vender las parcelas por Internet y fue un éxito total: 600 lotes en dos semanas. Hoy, lleva comercializados más de 6 millones.
Entre esos dueños se encuentra el argentino Alejandro Garzón Macedo, un misionero que reside en la localidad de Garupá (a unos 17 kilómetros de Posadas) y asegura ser el primero de Argentina en invertir en ese negocio intergaláctico. “No soy ni rico ni famoso, pero fui el pionero”, sentenció en diálogo con Infobae.
Si bien la empresa mantiene todos los nombres de sus clientes bajo un estricto anonimato y es imposible chequear la identidad de cada uno de ellos, salvo que ellos mismos lo cuenten y muestren la documentación correspondiente, el último informe difundido sostiene que más de 1.800 argentinos ya son dueños de un pedazo de Luna.
“Fui el primer argentino común que salió a decirlo en los medios. A mí no me dio vergüenza”, sostuvo Alejandro sobre las entrevistas que le hicieron en la TV al conmemorarse el 40 aniversario de la llegada del hombre a la Luna, en 2009. “Hasta un periodista ruso vino a entrevistarme a mi casa”, recordó. Luego, con el paso de los años, surgieron otras personalidades del mundo del espectáculo local. Uno de ellos es Luciano “El Tirri”, el primo mediático de Marcelo Tinelli, que adquirió un lote en 2016; y el otro es el cantante Duki, que lo hizo en 2023 y lo anunció en sus redes sociales.
Infobae no encontró registros que contradigan lo que asegura este hombre misionero. Alejandro es, hasta el momento, el primer argentino que salió públicamente a contar su historia.
El 4 de septiembre de 2006, Alejandro se encontraba leyendo en el living de su casa cuando su hija alteró la tranquilidad con una noticia sorprendente que había visto en Internet. “Mirá papá, venden lotes en la Luna”, le contó María mientras le mostraba el artículo en cuestión.
“Compro uno y te lo regaló”, le respondió su papá sin tener la más mínima idea si se trataba de algo real o de una estafa. “Estás más loco que una cabra”, lo frenó ella al verlo tan entusiasmado. “Si te gusta la idea, ¿por qué no?”, insistió él. Y agregó: “A las personas que uno ama siempre se les suele decir ‘te bajo la luna y te la regalo’. Bueno, yo te la quiero regalar a vos. No entera porque no tengo tanta plata, pero sí un pedazo”, argumentó totalmente convencido y fue en busca de su tarjeta de crédito.
María completó un formulario con todos los datos de su papá y luego cargó los 16 dígitos del plástico y el código de seguridad. Era la primera vez que compraban algo online, ya que en esa época el comercio electrónico era algo incipiente. “Pagué 100 dólares por un acre, que es media hectárea aproximadamente”, remarcó Alejandro, quien en ese momento lo vivió como una situación divertida junto a su hija, a sabiendas de que el día de mañana se convertiría en una anécdota.
Cuando ya la familia se había olvidado de esa locura, llegó al domicilio una carta membretada de Lunar Embassy por correo postal. “Era un sobre grande, de papel duro y acerado, tamaño oficio. Adentro venía el título de propiedad del terreno, la ubicación, el reglamento del lugar y la forma de gobierno”, recordó Alejandro.
“En ningún momento elegí nada, yo pagué y listo. Me entusiasmó la idea de tener una casa con vista a los cinco océanos cuando todos dicen que le gustaría tener una casa con vista al mar. En mi decisión había mucho más de romanticismo que una visión de hacer negocios”, admitió. “Todos sabemos que la Luna es algo inalcanzable, y de golpe me encontré que eso se podía hacer realidad, así que no lo dudé”, agregó al justificar su decisión.
Al revés de lo que suele hacer la mayoría de las personas, Alejandro se puso a investigar sobre el tema después de haberse convertido en propietario. “El espacio ultraterrestre, incluida la Luna y otros cuerpos celestes, no podrá ser objeto de apropiación nacional por reivindicación de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra manera”, decía el artículo 2 del Tratado de Espacio Exterior de la ONU que leyó por Internet.
Abogado de profesión, Alejandro investigó que “en Estados Unidos, el Registro de la Propiedad no se rige por quién es el dueño de la propiedad, sino por quién es el primero que se apropia del terreno”. Hope entendió que la norma de Estados Unidos le permitía la apropiación y en 1980 se acercó a un juzgado para pedir que se le adjudicaran a la Luna como su propiedad. Luego, hizo lo mismo con los planetas. Antes, Hope había escrito tres cartas: a la Organización de las Naciones Unidas, al gobierno estadounidense y al soviético. En todas pedía lo mismo: reclamaba la propiedad de la Luna. No dijeron que sí, pero tampoco dijeron que no. Y así fue como montó un negocio multimillonario.
“No tengo idea qué voy a hacer con ese terreno en el futuro. Jamás pensé en revenderlo. Lo bueno es que no pagas impuestos y lo podés tener ahí por la eternidad. Quizás, el día de mañana se pueda transformar en el único lugar habitable y los lotes se vuelvan invaluables”, sentenció Alejandro.
De acuerdo a la información publicada en la web de Lunar Embassy, las opciones de compra van desde 1 acre por 37,49 dólares a 20 acres. Hasta fin de mes, hay una promo 2×1 por ser julio el mes aniversario de la llegada del hombre a la Luna. Los interesados en agregar el nombre al título de propiedad tienen que pagar 2,5 dólares extras. Y por 42 dólares adicionales se puede obtener el pasaporte extraterrestre y la nacionalidad que tienen una duración de 25 años.
Los comercializadores de Lunar Embassy aseguran que su superficie está cubierta por He-3, un tipo de helio que podría utilizarse como combustible en futuras plantas generadoras de energía eléctrica a partir de la fusión nuclear, y que su valor proyectado es de 40.000 dólares la onza. Además, dicen que el H-3 se renueva cada cinco años en función de la interacción con el Sol.
Entre sus seis millones de clientes, distribuidos por 80 países, aseguran que 675 celebridades muy conocidas y tres ex presidentes de los Estados Unidos de América son ahora propietarios de lotes en la Luna. El listado incluye a 15 actores principales de la serie original de Star Trek, así como de las series Next Generation y Voyager. Según trascendió en los medios, John Travolta, Tom Hanks, Tom Cruise, George Lucas, Clint Eastwood, Ronald Reagan y George Bush son algunos de los que figuran en la lista.
“Cuando compré el precio era accesible y lo sigue siendo. De todas maneras, entiendo que haya gente que piense que gastar dólares en eso es tirarlos a la basura porque es invertir en algo que quizás nunca puedan usar”, remarcó Alejandro. “Quizás, en el futuro tendrá un valor incalculable y sea la salida a la superpoblación que habrá en el mundo. Uno nunca sabe, hay tantas conjeturas”, agregó.
A lo largo de la charla que Alejandro tuvo con este medio se preocupó por dejar bien claro su propósito: “Mientras algunos compran para mostrar que son dueños de algo extraordinario y exclusivo, y otros porque creen que van a ser partícipes del próximo boom inmobiliario; yo lo hice totalmente por amor”.
Ese amor que sigue sintiendo por su hija María hoy también se transformó en admiración. Ella tiene 36 años, se graduó de Licenciada en Ciencias Políticas y actualmente vive en Ginebra donde se desempeña como investigadora de la ONU.
Alejandro es abogado graduado en la UBA, sigue viviendo en el mismo club de campo de Garupá y trabaja como Director de Defensa del Consumidor del gobierno de Misiones desde 2008. “Dos años antes, cuando compré el lote en la Luna, me desempeñaba