Super Mario Bros. La película, de Aaron Horvath y Michael Jelenic, comienza con un homenaje, no podía ser de otra forma. Charles Martinet —la icónica voz de Mario en el juego— es el encargado de narrar lo que el espectador verá. Se trata de un recurso que resulta entrañable y que contextualiza la historia para los que no conocen bien el material original.
Tras la polémica que causó la selección de Chris Pratt para interpretar la voz del personaje, escuchar al actor original resulta una decisión inteligente para el primer recorrido por este mundo multicolor. Aunque no será la única vez que el guion de Matthew Fogel recurra a los guiños para narrar una trama sencilla. La adaptación, que intenta ser un resumen de la experiencia en videoconsolas de Nintendo, no se toma demasiadas libertades.
Mario deberá ir hasta las alcantarillas para descubrir todo un mundo bajo sus pies. Los sucesos de Super Mario Bros. La película llevarán al protagonista a convertirse en un héroe por accidente en mitad de una situación cada vez más singular. Con una banda sonora que es un tributo a gran escala al material del cual proviene y a la vez un intento por brindar personalidad a la película. No obstante, pese a los esfuerzos del argumento, la historia es demasiado conocida como para asombrar. De hecho, resulta casi imposible relatar algo que el jugador asiduo no pueda predecir o imaginar.
La ardua labor de adaptar un clásico de los videojuegos
Tal vez por ese motivo, Super Mario Bros. La película no lo intenta. Uno de sus elementos más interesantes es su uso constante de la metarreferencia y los guiños a su propio universo. Un punto que Illumination Entertainment utilizó con éxito en otras producciones y que ahora explora con mayor sutileza que de costumbre. Durante los primeros diez minutos, la película se concentra en explicar algunos giros de Super Mario 64, puesto a la venta en 1997, y Super Mario Ball, del año 2004. Ambos tendrán gran relevancia dentro de la trama.
Pero, en lugar de dar información sin más, el relato incorpora la percepción de Mario como un personaje alejado del legado que le precede. Algo que brinda contexto sin contradecir la historia de origen. La decisión es buena, en la medida que ofrece al argumento la oportunidad de profundizar en la narración y explorar el curioso humor de la película.
Desde referencias a otros juegos de Nintendo hasta pequeños guiños que no pasarán desapercibidos para los fanáticos. Super Mario Bros. La película logra, al menos en su primer tramo, mostrar la emblemática figura como algo más que un icono cultural. Ahora es un trabajador abnegado, con una familia que proteger y un peculiar destino por delante.
El humor que sostiene a Super Mario Bros. La película
Pero, a medida que avanza la trama, se hace más evidente que Super Mario Bros. La película tiene que tomar una decisión. Ser completamente fiel al juego o convertirse en algo más que un producto derivado. Una disyuntiva que la película no resuelve con habilidad. Cuando, finalmente, Mario comienza su larga aventura subterránea, la posibilidad de desmarcarse del mundo del cual proviene es mucho más complicada.
Particularmente, cuando el guion pretende abarcar a varios de los personajes más importantes de la saga con la misma habilidad que a su protagonista. Es evidente que Super Mario Bros. La película evita desmarcarse demasiado del material de su universo. Entre canciones pegadizas y burlas a las grandes franquicias del cine y a la cultura de masas de los años ochenta y noventa, el guion se vuelve torpe. Tal vez, la carga es excesiva para una película que tiene un tono y una estética infantiles, aunque no esté dirigida a los niños.
Con todo esto, le cuesta grandes esfuerzos encontrar su tono. Por momentos, se mueve torpemente entre referencias muy concretas y un apartado visual genérico de colores brillantes. No está claro cuál es el punto que Matthew Fogel desea resaltar. ¿Es Mario como elemento central o el mundo lleno de detalles de la franquicia de la que proviene la historia?
Super Mario Bros. La película, una narración desordenada en un escenario ambicioso
Es evidente el considerable esfuerzo que la adaptación ha puesto en brindar sustancia y solidez a Mario. Las grandes secuencias de Super Mario Bros. La película son las que rodean al protagonista y es su acertada versión en pantalla lo que sostiene al largometraje. A pesar de que la voz de Chris Pratt resulta monótona en ocasiones y carece de la personalidad de la de Charles Martinet. Con todo, la clásica figura es lo más destacable en una trama que no puede evitar ser predecible y que intenta por ser entrañable.
El resto de las personalidades y contextos de los protagonistas son más anecdóticos que significativos. Desde Luigi (Charlie Day), una especie de versión deslucida de Mario o la firme princesa Peach (Anya Taylor Joy), hasta Bowser, al que Jack Black otorga una vivacidad maligna. El guion avanza muy deprisa en su amable intento por incluir todo lo que puede de la historia original. Pero, a su paso, pierde su identidad como narración independiente.
No obstante, el mundo del videojuego llega en todo su esplendor en el tramo final. La película tiene un cierre —y una escena poscréditos— que deslumbrará a los jugadores y dejará insatisfecho al público que desconoce detalles esenciales. Finalmente, Super Mario Bros. La película es mucho más un colorido y bien intencionado homenaje que una buena producción. Un dilema que no logra solucionar en medio de su desordenada carrera por convertirse en otra adaptación exitosa del complicado mundo de los videojuegos.
Fuente: Hipertextual