Algunas relaciones suelen tener fecha de vencimiento y cuando eso sucede el mundo de los protagonistas ¿se viene abajo? Las parejas que llevan muchos años de convivencia suelen ser víctimas de un desgaste lógico producto del paso de los años, los hijos e hijas, los compromisos laborales o las expectativas y posibilidades de crecimiento personal que no siempre son compartidas por un otro. Muchos continúan apostando a la vida juntos pero otros ponen un punto final dando paso a una nueva vida.
Cada vez es más frecuente escuchar que parejas que llevaban muchos años juntas se separan. La conocida “crisis de los 40” podría ser uno de los motivos de decisiones que vienen a modificar de manera rotunda las rutinas compartidas dando paso a nuevas formas de relacionarse y pensarse desde la individualidad.
“No me digas que te separaste”, es una frase que se escucha en grupos de amigos y amigas que están entre los 35 y 45 años. Lo que pareciera ser producto de la casualidad se torna como un efecto propio de movimientos internos que se dan en hombres y mujeres que se acercan o recientemente pasaron los 40 años.
“Es muy frecuente que entre la población más joven los vínculos no sean tan duraderos (hay excepciones), sin embargo, la edad donde estadísticamente ocurren la mayoría de las separaciones suele ser entre los 35 y 45 años que coincide con la etapa donde solemos convertirnos en padres y madres, donde hay reacomodamientos de la pareja”, manifestó a MDZ, el psicólogo y sexólogo, Mauricio Strugo.
La crisis de los 40
Alcanzar la mediana edad para muchos supone un momento de crisis y reflexión. Esta etapa de cambio, transición y conflicto genera movimientos en hombres y mujeres que ven frente a sus ojos el transcurrir de la vida, los logros, proyectos a alcanzar y oportunidades para emprender nuevos caminos sin excusas.
“Los 40 años suele ser una etapa vital en la que solemos estar casados o en pareja, es probable que tengamos una familia y seamos padres. La crisis está relacionada con encontrarse cercanos a la mitad de la vida y al hacer un balance cuestionemos el cómo estamos viviendo y si es lo que elegimos. Es frecuente que pongamos en duda lo que nos pasa con nuestras parejas, si ese vinculo es lo que quiero y elijo para toda la vida o si en cambio no sería mejor darle curso a ciertas fantasías de conocer a otra persona, enamorarme de vuelta con la expectativa de ser más feliz y no quedarnos presos del resentimiento de seguir allí solo porque es lo que corresponde”, explicó Strugo.
En primera persona
Los testimonios de hombres y mujeres son diferentes pero tienen como denominador común la necesidad de una búsqueda o necesidad de reencuentro con la propia individualidad que pareciera haberse perdido con el correr de los años o la llegada de los hijos e hijas. Quizás la conformación de la pareja fue el motivo de esos desencuentros con uno mismo pero a la larga, esa búsqueda o carencia pudo transformarse en la causa de cuestionamientos que fueron determinantes a la hora de tomar la decisión de separarse.
“Los 40 fueron como una bofetada de realidad, comencé a cuestionarme toda mi vida y los proyectos que quería a futuro. Entendí que quería comenzar a priorizarme desde lo laboral luego de muchos años”, expresó Florencia, quien está separada desde hace 4 años y agregó: “Al principio no fue fácil ya que en ese momento mi hijo más chico tenía 9 meses pero con mi ex pudimos acomodarnos y empezar a disfrutar de nuestros espacios exclusivos, tanto para la crianza como para el desarrollo personal”.
“La crisis en mi pareja comenzó cuando nuestros hijos comenzaron a ser más independientes, en un momento nos dimos cuenta de que compartíamos muy pocas cosas y la relación comenzó a apagarse. No fue de un día para el otro, creo que cuando mi hijo menor comenzó el colegio secundario se precipitó todo ya que se fueron dando otras dinámicas familiares y desencuentros”, contó Matías, quien está separado desde hace poco más de un año de quien fuera su pareja durante casi 20 años.
Separarse para ¿reinventarse?
Como Matías y Florencia, muchos hombres y mujeres con parejas consolidadas desde hace años, deciden separarse dando paso a nuevas experiencias y formas de vivir la sexualidad y los vínculos. Después de muchos años de convivencia, separarse no es fácil ya que supone nuevos desafíos y formas de ¿reinventarse?.
“No creo que sea necesario reinventarse luego de una separación ya que no tenemos que dejar de ser nosotros porque un vínculo fracasó. Quizás tenemos que revisar lo que aprendimos de la experiencia y definir qué tipo de vínculos queremos a futuro. Nunca quedarse en el mismo lugar sin hacer autocríticas está bueno. No tenemos que dejar de ser quien somos, en algún momento debemos salir del lugar de víctimas y hacernos cargo de nuestra parte para mejorar para no seguir repitiendo historias”, explicó el psicólogo, Mauricio Strugo.
Volver al ruedo luego de una separación
Rearmarse luego de las separaciones no depende tanto de la edad sino de nuestra autoestima y la forma en que hemos transitado los distintos desengaños amorosos a lo largo de la vida. Algunas personas tardan años en volver a formar una pareja estable y otras comienzan nuevas historias al poco tiempo de separarse.
Al ser consultado sobre las diferencias entre hombres y mujeres a la hora de volver a animarse al amor, el profesional dijo: “Generalmente los hombres son los que más rápido vuelven a formar parejas y en muchas ocasiones, aceleran etapas como si no pudieran estar solos. Esto se debe a que nos cuestan las emociones negativas, las evitamos porque no queremos estar tristes y muchas veces no hacemos el duelo de una ruptura con el tiempo que corresponde y terminamos al poco tiempo de una nueva relación dándonos cuenta de que aquello por lo que se terminó nuestra pareja anterior se vuelve a repetir o finalmente no es lo que queríamos”.
“Las mujeres en cambio son menos impulsivas y suelen tomarse un tiempo de reflexión para pensar cómo seguir, respetando más sus procesos. Eso no quita que mientras tanto no suelan tener relaciones esporádicas pero no las tienen para evitar ni cubrir la falta de nada sino para pasarla bien sin que necesariamente devengan en algo serio”, agregó.
Cuando una relación se termina es muy probable que el dolor invada el cuerpo y el alma pero la si la ruptura se da porque ambos entienden que se terminó el amor pero hay cariño, el tránsito hacia lo que vendrá es más llevadero. “En esos casos podrán transitarlo mejor que aquellas relaciones donde el vínculo se termina porque una de ambas partes decidió hacerlo o por una infidelidad. El dolor y la decepción generan mucho sufrimiento y no será fácil rearmarse. Para hacerlo es importante salir de la posición de víctima para que el sufrimiento dé lugar a la tristeza meditando sobre aquellas cosas que tenemos que mejorar y entendiendo que no todo depende de nosotros”, expresó Strugo y finalizó: “En el camino hemos perdido piezas pero a lo mejor no eran necesarias o tenían que caerse para dar paso a una mejor versión en la que estén plasmados los aprendizajes obtenidos de esas relaciones que perecieron ¿Acaso los dispositivos electrónicos que usamos cotidianamente no suelen pedirnos actualizaciones para mejorar sus fallas y estar actualizados? Bueno lo mismo sucede o debería sucedernos a todos, luego de un tiempo cuando se termina una pareja”.