El Jueves Santo, en la Iglesia Católica, se celebran distintos signos que hizo Jesús ante los apóstoles. El más recordado de ellos es la Última Cena, que, al mismo tiempo, es considerada la primera misa y la celebración que reedita en cada rito eucarístico de las iglesias cristianas. También se celebra la institución del sacerdocio, por el gesto del Hijo de Dios, lavando los pies de sus discípulos. Esta fecha da inicio a un triduo religioso, pero también a la “Semana Santa”, entendida como un fin de semana extra largo.
La Semana Santa, aunque inicia el Domingo de Ramos, con la memoria del ingreso triunfal de Jesús a Jerusalén, en Argentina es tomada como el fin de semana largo que comprenden el Jueves, el Viernes y el Sábado Santo, y el Domingo de Pascua. Estos días, suelen estar emparentados, además de la religiosidad, con el fin de la temporada alta en lo referente al turismo, ya que un fin de semana de cuatro días es una gran oportunidad para una escapada.
A pesar de los supuestos “cuatro días”, la realidad es que solo el Viernes Santo es feriado, cuando se conmemora la crucifixión de Jesús. El Jueves Santo, en cambio, es un día no laborable, por lo que muchos trabajadores igualmente deben cumplir con sus tareas, como si fuera un sábado normal de cualquier fin de semana del año. El Sábado Santo, tampoco es feriado oficial, según el Ministerio del Interior.
El sentido de estos feriados, tiene origen en un tiempo en que la religión atravesaba de manera más profunda a la sociedad y la gente se disponía a cumplir con los ritos de la Iglesia Católica de una forma más constante. Así, la gente asistía a la misa del Jueves Santo por la tarde, después de la jornada laboral. Los días siguientes estaban signado por la Celebración de la Cruz del viernes a las 15 y la misa del sábado cerca de la medianoche. Esta tradición, a pesar de la baja en los fieles que continúan cumpliendo con los ritos, quedó instalada y llegó hasta esta época.