Algunas paradojas son razonamientos en apariencia válidos, que parten de premisas en apariencia verdaderas, pero que conducen a contradicciones o situaciones contrarias al sentido común.
Argentina es un país que presenta cientos de estos ejemplos.
Durante la última década, 3 de cada 10 argentinos nunca dejaron de ser pobres y más de 6 de cada 10 lo fueron al menos en algún momento. Mientras tanto, en la actualidad 4 de cada 10 son pobres tanto por ingresos como por privaciones elementales en distintas dimensiones como en cuanto a acceso a vivienda, educación, servicios básicos o empleo, entre otras. Y de ellos, 1 de cada 10 experimenta hambre de manera cotidiana. Estos datos los refleja uno de los últimos informes elaborado por el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA).
Frente a esta fría y dura estadística, está otra que asegura que la Argentina es uno de los principales exportadores de alimentos de todo el globo. Otra de las tantas paradojas en las que estamos sumergidos como sociedad.
Pero no hay que ir las grandes estadísticas para ver esta repetición de hechos. En la presente temporada frutícola del Valle de Río Negro y Neuquén, más de 200 millones de kilos de peras y manzanas quedarán en la planta sin recolectar por distintas causas. Este potencial alimento se pierde sin llegar a la mesa de los más necesitados, en un país con una pobreza en torno al 40% de su población; equivalente a unos 16 millones de argentinos en esta situación.
Tampoco hay que ir muy lejos para poner a disposición estas toneladas de fruta que quedan tiradas en las chacras. Este alimento que hoy se pierde, con un mínimo nivel de organización, podría orientarse a comedores comunitarios, escuelas u hospitales de los distintos municipios de nuestra región. El beneficio social y económico sería enorme para quienes adhieran a un programa como el mencionado.
Algo de estás cifras nos debería interpelar como sociedad, y en especial a las clases dirigentes empresariales y políticas.
¿Por qué el Valle deja de cosechar semejante cantidad de fruta?
Es histórico en la actividad que existan diferencias entre las cosechas proyectadas y las cosechas comerciales, que es la fruta que verdaderamente termina vendiéndose en los distintos mercados.
Muchos productores aducen que una gran cantidad de pera, y en menos proporción manzana, hoy está quedando en la planta porque los precios que paga la industria de jugos no son atractivos y, en muchos casos, no cubren tan siquiera los costos que representa su recolección. Cabe destacar que la industria de concentrados tradicionalmente absorbe en nuestra región importantes volúmenes de fruta que no tienen salida comercial en el mercado fresco.
Pese a todo, para la presente temporada en el Valle se proyecta un mayor volumen de peras y manzanas a comercializar respecto del año pasado.
Las primeras estimaciones reflejan que estarían disponibles para comercializar cerca de 1,1 millones de toneladas entre peras y manzanas, volumen 11% superior al de la temporada anterior pero por debajo de la cosecha 2020.
“A esta altura del año, todavía no tenemos los números cerrados de la cosecha. Pero sí, seguramente estamos en torno a esos volúmenes de pérdida”, confió el secretario de Fruticultura de Río Negro, Facundo Fernández. En esta misma línea se manifestó el titular de la Cámara Argentina de Fruticultores Integrados (CAFI), Nicolás Sánchez: “La situación es dispar en todo el Valle. En general, las empresas cosecharon lo que proyectaban. Sin embargo, se observa que existen chacras con mucha fruta todavía en las plantas”.
Pero el problema de la actividad para este año que se inicia, analizado las variables comerciales y económicas, hoy no se centra en la fruta que está quedando en la planta. Mucho más complejo para esta temporada es la tendencia que esta mostrando el mercado, la calidad de las peras y manzanas que están siendo almacenadas en las cámaras frigoríficas, y el retraso que está sufriendo el tipo de cambio que limita la rentabilidad de toda la oferta exportable del Valle.
“Los problemas climáticos sufridos en esta temporada están saliendo a la superficie ahora. Hay mucha fruta que carece de color, marcada por las heladas y con tamaños muy chicos”, destacó Fernández en otra parte de la conversación.
Los primeros inconvenientes comerciales se están observando en la pera. Esperado por tamaño, muchos productores y empresas cosecharon en forma tardía y las consecuencias se están viendo en el mercado. “La fruta madura en solo un par de días cuando en temporadas anteriores las podíamos sostener 10 y hasta 15 días en góndola sin que explote”, confió un importante operador del Mercado Central de Buenos Aires (MCBA) al ser consultado sobre el tema.
Esto determinó que los precios cayeran sensiblemente en determinadas calidades, mucho más que proporcionalmente respecto de otras temporadas para esta misma fecha del año. Datos suministrados por el MCBA dan cuenta de que en esta semana una jaula de peras de calidad elegida se estaba ofertando en un promedio de 2.500 pesos. Para esta misma fecha del año pasado, esa jaula, cotizó cerca de los 1.800 pesos. Teniendo en cuenta la evolución que mostraron los costos internos o referenciándose solo con el índice de inflación, en términos reales e interanuales los precios de venta de la pera en el mercado local cayeron en forma importante. Hay que decir que este destino no es uno de los que más volúmenes absorbe, muy por debajo de la exportación y la industria.
Misma tendencia se proyecta para la pera en el mercado brasileño, clave en esta primera parte de la temporada.
En el caso de la manzana, los números son distintos a los de la pera. Una caja de 18 kilos de la variedad Red Delicious elegida tamaño 88/110 se vendió esta semana en el MCBA a unos 10.000 pesos; esta fruta para misma fecha del anterior cotizaba a 3.700 pesos. Claramente, las cotizaciones para esta especie se mantienen firmes, por lo menos en lo que va de esta inicio de temporada y, a diferencia con las peras, el mercado interno es clave para la oferta comercial de manzanas.
La temporada recién se inicia y las primeras señales dan cuenta que será atípica en varios sentidos. Respecto a los índices históricos, se tuvo una floración completa, con niveles de productividad altos pero la fruta cosechada presenta calidades muy dispares.
Recién con el cierre del primer cuatrimestre del año, la actividad podrá tener una tendencia mucho más clara sobre la evolución de la temporada comercial.
Y no solo sobre el mercado interno hay preocupación entre los productores y las empresas. La oferta exportable de peras y manzanas continúa siendo afectada por el retraso del tipo de cambio que tiene la economía argentina. En los últimos doce meses la moneda local se devaluó frente al dólar poco más del 80% contra una inflación superior al 100%. En los últimos 24 meses, estos indicadores se ubican en el 110% y 210% respectivamente.
Con este tipo de inconsistencia macroeconómica, impulsada desde el Gobierno, difícilmente el sector frutícola pueda incrementar sus alicaídas exportaciones en la presente temporada.