El involucramiento de Corea del Norte en la guerra entre Rusia y Ucrania ha desatado un drama humano y geopolítico, con la muerte de más de 100 soldados norcoreanos en los primeros enfrentamientos. Estas tropas, parte de la élite militar norcoreana, fueron enviadas a luchar por un régimen que busca consolidar su influencia internacional a costa de sus propios ciudadanos.
UNA PARTICIPACIÓN INÉDITA
Con más de 11.000 efectivos en suelo ruso, Corea del Norte realiza su primera intervención importante en un conflicto extranjero. Estas fuerzas pertenecen a la unidad “Tormenta”, conocida por su entrenamiento intensivo, aunque su preparación no incluyó técnicas modernas de combate, como la guerra de drones, común en el conflicto ucraniano.
Según el Servicio Nacional de Inteligencia de Corea del Sur, la falta de experiencia en terrenos abiertos y llanos, sumada a un entrenamiento deficiente, ha resultado en numerosas bajas. Además, las barreras lingüísticas y el despliegue apresurado han complicado la integración de estas tropas en el ejército ruso.
MOTIVACIONES Y COSTOS
El dictador Kim Jong-un busca obtener recursos financieros y reconocimiento internacional a través de su apoyo a Moscú. Para los soldados enviados, la guerra representa la oportunidad de mejorar el estatus social y económico de sus familias, aunque ello signifique arriesgar sus vidas. Se estima que Rusia paga hasta 2.000 dólares mensuales por soldado, una suma que el régimen se apropia en gran medida.
Sin embargo, para Corea del Norte, estas bajas son vistas como un “costo inevitable” para ganar experiencia bélica en caso de un conflicto futuro con Estados Unidos o Corea del Sur.
EL LÍDER Y SU SOMBRA
Kim Jong-un ha consolidado su liderazgo a través del miedo y el control absoluto, eliminando a cualquier disidente dentro de sus filas. Ahora, refuerza su control enviando a sus generales más leales a supervisar las operaciones en Rusia, lo que refuerza su dominio militar y político.
UN DATO CURIOSO
El costo humano no parece frenar las ambiciones de Kim Jong-un, quien lidera uno de los ejércitos más grandes del mundo, pero también uno de los menos preparados para enfrentar los desafíos de la guerra moderna. Irónicamente, las tropas norcoreanas son formadas bajo un sistema que las considera desechables, incluso mientras representan al régimen en el escenario internacional.