En un contexto de crecientes tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, Elon Musk se encuentra en una situación compleja. Tesla, la joya de la corona del empresario sudafricano, depende en gran medida del mercado chino, un factor que podría complicar su relación con Donald Trump, quien ha prometido endurecer las políticas arancelarias contra el gigante asiático.
UNA RELACIÓN ESTRATÉGICA CON CHINA
China representa un pilar fundamental para Tesla. La planta de Shanghái, conocida como Giga Shanghái, produce aproximadamente el 50% de los vehículos eléctricos de la compañía y actúa como centro neurálgico de exportación hacia Europa y otros mercados. Las ventas en China son tan relevantes que solo Estados Unidos supera a ese país en términos de volumen de vehículos adquiridos.
Además, Musk ha reforzado su compromiso con China mediante la construcción de una nueva planta de baterías en Shanghái, con una inversión de 200 millones de dólares. La planta, destinada a producir unos 10.000 Megapacks al año, se alinea con la estrategia del gobierno de Xi Jinping de liderar el sector de las energías renovables.
LOS BENEFICIOS QUE CHINA LE BRINDÓ A TESLA
Tesla ha recibido importantes incentivos en el país asiático. Desde tasas impositivas reducidas (15%) hasta préstamos de bancos estatales por 521 millones de dólares, además del hecho de ser la única automotriz extranjera que opera sin necesidad de un socio local, un privilegio inédito en China.
Sin embargo, no todo ha sido fácil para Musk. El sistema de conducción autónoma de Tesla aún no ha sido aprobado por los reguladores chinos, mientras que competidores locales avanzan rápidamente. Además, el crecimiento de fabricantes chinos como BYD y NIO ha erosionado la cuota de mercado de Tesla en el país.
EL RIESGO DE UNA GUERRA COMERCIAL CON TRUMP
La dependencia de Tesla de China podría convertirse en un punto vulnerable para Musk, especialmente si Donald Trump regresa a la Casa Blanca. Trump ha amenazado con imponer aranceles del 60% a las importaciones chinas, lo que podría provocar represalias de Beijing que afectarían directamente a Tesla y otras empresas de Musk.
Dan Ives, analista de Wedbush Securities, advirtió que Tesla está en una posición frágil:
“Con más del 40% de las entregas provenientes de China, Tesla podría quedar atrapada en el fuego cruzado de una guerra comercial renovada”.
Por su parte, Michael Dunne, consultor automotriz especializado en el mercado chino, sugirió que Musk podría convertirse en una figura mediadora entre Beijing y Trump:
“Cuando los líderes chinos necesiten enviar un mensaje importante a Trump, Elon Musk será el canal perfecto”.
UN EQUILIBRIO DELICADO
La relación de Musk con China es una espada de doble filo. Mientras que el mercado chino ha sido crucial para el crecimiento de Tesla y otros proyectos, cualquier medida proteccionista de EE.UU. podría desencadenar represalias que comprometan la posición de la empresa en Asia.
Curiosamente, la Gigafactory de Shanghái fue construida en tiempo récord (15 meses) y se convirtió en uno de los proyectos de manufactura más rápidos de la historia automotriz, reflejando el nivel de cooperación y el interés mutuo entre Musk y el gobierno chino. Ahora, esa misma planta podría convertirse en el epicentro de una disputa geopolítica que definirá el futuro de Tesla.