En un hito que marcó la historia de la música, hace 54 años se lanzaba “Let it Be”, el último álbum de Los Beatles. Sin embargo, detrás de este icónico trabajo se escondían tensiones y conflictos que anticipaban el fin de la legendaria banda de Liverpool.
La producción de este disco estuvo plagada de roces y dificultades entre sus integrantes, Paul McCartney, John Lennon, George Harrison y Ringo Starr. Las constantes peleas y desplantes evidenciaban la falta de unidad y el interés creciente de cada músico en sus proyectos individuales.
Uno de los momentos más críticos fue cuando George Harrison abandonó abruptamente las sesiones de grabación, sintiéndose menospreciado como compositor. Ante la amenaza de su partida, John Lennon sugirió la idea de reemplazarlo por Eric Clapton, lo que finalmente motivó el regreso de Harrison al estudio.
Los días de grabación fueron una verdadera tortura, con problemas derivados de las adicciones de Lennon y las tensiones causadas por la presencia de Yoko Ono. La relación entre McCartney y Lennon se había vuelto puramente profesional, mientras que Ringo Starr estaba más enfocado en su incipiente carrera como actor que en su rol de baterista.
A pesar de los esfuerzos de McCartney por liderar el proyecto, su enfoque autoritario generó más fricciones. La tapa del álbum, que mostraba a los cuatro integrantes por separado, reflejaba la falta de cohesión del grupo.
Aunque “Let it Be” contiene temas extraordinarios, su recepción crítica fue mixta, marcando señales de la inminente disolución de la banda. Aunque se atribuye a la presencia de Yoko Ono como factor determinante, los conflictos entre los Beatles habían comenzado mucho antes, siendo el éxito abrumador uno de los desafíos más difíciles de manejar.
Con el tiempo, la partida de Lennon y la muerte de Harrison dejaron a McCartney y Starr como los únicos miembros vivos de la icónica banda que cambió para siempre la historia del rock.
Curiosidad relacionada: Aunque el nombre de la banda se popularizó en la década de 1960, los Beatles se formaron a fines de los años 50 y adoptaron ese nombre en 1962, en un juego de palabras que mezcla “escarabajo” y el movimiento contracultural beat.