Compartir una relación sentimental estable y no vivir bajo el mismo techo no es un fenómeno nuevo pero sí lo es que se hable más abiertamente al respecto de este modo de vincularse que hoy eligen muchas parejas.
La tendencia se denomina LAT por sus siglas en inglés (“Living Apart Together”) que traducidas indican algo así como “viviendo aparte juntos” y responden a una nueva forma de familia validada y reconocida por la sociedad.
Claro está que esta modalidad no puede sostenerla cualquier pareja sin previo análisis de la decisión, principalmente desde lo económico. Mantener dos viviendas supone un alto costo y una vez implementada esta forma de vida no será fácil dar marcha atrás si surgieran conflictos producto de la “distancia”.
“Si alguno de los miembros propone esta opción pero no existen los recursos para llevarla a cabo puede ser una oportunidad importante para realizar nuevos acuerdos, conectarse y para generar nuevas instancias de intimidad”, indica a La Voz la licenciada en psicología Cecilia Taburet.
También afirma que puede ser el momento de poner sobre la mesa proyectos personales que muchas veces la rutina y las obligaciones llevan a dejar de lado. Lo ideal es utilizarlo como una forma de analizar qué situación se está jugando en la pareja y llegar a acuerdos más saludables.
QUIÉNES ELIGEN ESTA OPCIÓN Y POR QUÉ
La especialista sostiene que esta forma de relación se observa en adultos que atraviesan el síndrome de “nido vacío” luego de que sus hijos se emancipan y buscan de alguna forma “reavivar” el vínculo.
“También suele darse después de atravesar diferentes crisis y no encontrar armonía al compartir el hogar. En algunos casos puede ser algo transitorio luego de una ruptura o una infidelidad para darse espacio por un tiempo determinado”, describe Taburet.
Aunque los protagonistas pueden tener cualquier edad, la terapeuta apunta que en general se trata de jóvenes que lo deciden conscientemente. Esto podría deberse al cambio que el concepto de pareja ha tenido a lo largo del tiempo y que hoy implica mantener la individualidad e independencia.
Lucía (38) y Gastón (40) son pareja desde hace 15 años y por decisión nunca convivieron. “Hemos llegado a vivir a una cuadra de distancia en casas separadas pero nunca bajo el mismo techo. Decidimos no convivir porque no tenemos deseos de formar una familia y porque cada uno tiene un lugar propio”, cuenta Lucía a este medio.
Ambos valoran su espacio y tener la libertad de verse “cuando tengan ganas”, cuando realmente deseen compartir tiempo juntos. “La pasamos súper bien pero preferimos no tener que compartir la rutina y lo cotidiano”, agrega.
En general, las parejas suelen llegar a la situación de vivir por separado porque la relación se establece con esa condición y ninguno desea convivencia, porque sienten haber fracasado en relaciones de convivencia previa, para cuidar su independencia o porque tienen hijos de relaciones anteriores y no quieren invadir ese espacio.
Este último caso es el de Andrea (52) y Walter (59) que compraron una casa juntos en la que tenían planificado convivir, pero ese momento nunca llegó. Con el tiempo se dieron cuenta que vivir bajo el mismo techo sería peor.
“No iba a colaborar en la relación. Mis hijas no son sus hijas, son adolescentes y se sumaba todo lo que implicó los primeros años después que me separé de su papá. Nos fuimos acomodando de otra forma”, relata Andrea en diálogo con La Voz.
Mientras ella ahora comparte esa casa con una de sus hijas, Walter alquila un departamento en el que vive solo desde que él también se separó, unos dos años antes de conocer a Andrea.
“No es algo que fuimos decidiendo sino que la situación de vivir separados se extendía y cada vez que lo conversábamos comentábamos lo bien que estábamos así. Lo seguimos charlando pero por lo menos hasta hoy los dos queremos lo mismo”, asegura Andrea.
LOS PROS Y CONTRAS
Los expertos aconsejan que antes de tomar la decisión de no convivir es conveniente realizar terapia de pareja para analizar si sería algo beneficioso de adoptar y si sería compatible con el estilo de vida que llevan.
“Un verdadero desafío será evaluar si la modalidad les funciona o si afecta a la relación. Si bien puede ayudar a mejorar la intimidad, la sexualidad, el diálogo y colaborar en combatir la rutina también podría derivar en un exceso de individualidad que genere desconfianza o desconexión”, advierte la psicóloga cordobesa Constanza Esquivel.
Según sostiene es importante que la decisión la tomen ambos miembros de la pareja y que se preste atención a lo que cada uno manifieste al respecto. Muchas veces es una estrategia impulsada en el espacio terapéutico por alguno de los pacientes o de ambos.
“Más que una solución es un acuerdo y una estrategia que puede ser funcional mientras dure la pareja. También puede necesitar restablecerse o reajustarse según las necesidades que vayan surgiendo”, agrega la terapeuta.
Lucía asegura que para ellos vivir separados solo les trajo beneficios y le proporcionó “aire” a la relación. “Cada uno disfruta un montón de estar solo y hacer sus actividades. Nos ha funcionado súper bien y ya llevamos 15 años juntos”, cuenta.
Y suma: “No creo que haya nada que nos perjudique excepto que es más gasto. Pero evitamos peleas por cuestiones cotidianas, de la rutina, del orden o la limpieza. Cada uno hace lo que quiere en su casa y cuando nos visitamos cada uno respeta las reglas de la casa del otro”.
Por su parte Andrea asegura que con su pareja duraron años gracias a que no conviven. “Parece un chiste o contradictorio porque yo no puedo decir que no tengo sentimientos. Sin embargo, elijo un montón de veces estar sola”, afirma.
Entre los beneficios destaca el hecho de extrañarse, algo que genera deseos de verse. Además coincide con Lucía en que evitan los roces o diferencias por cosas cotidianas que la convivencia trae aparejada.
“Si esto nos funciona, ¿por qué lo vamos a cambiar? Creo que si decidiéramos algo diferente arruinaríamos lo que tenemos así que mientras podamos lo vamos a mantener. Somos como un matrimonio cama afuera porque yo cuento 100% con él para lo que necesite”, cierra.