En este 2 de abril, cuando Argentina recuerda a sus caídos en la Guerra de Malvinas, la historia de Owen Crippa y su Aermacchi MB-339 se erige como un testimonio de coraje, perseverancia y compromiso con la historia y la soberanía nacional. A través de la memoria de sus protagonistas, Malvinas sigue viva.
El 21 de mayo de 1982, el entonces teniente Owen Crippa despegó en su Aermacchi MB-339 desde la Base Aeronaval Calderón en las Islas Malvinas con una misión que marcaría su vida para siempre. Con apenas 29 años y al mando de un avión de ataque ligero, se lanzó en solitario contra una flota británica que se aproximaba a San Carlos, en una de las acciones aéreas más audaces del conflicto. Su objetivo: el HMS Argonaut, un destructor británico que representaba una amenaza inminente para las fuerzas argentinas en las islas.
La acción de Crippa fue un acto de valentía absoluta. A baja altura y con maniobras arriesgadas, logró impactar el buque británico, causando daños y desatando el fuego enemigo en respuesta. A pesar de la superioridad británica en número y armamento, logró regresar a salvo a la base con su aeronave dañada, pero con la satisfacción de haber cumplido su misión. Este episodio, documentado en fuentes históricas como La Fuerza Aérea en Malvinasy Malvinas, Fuego en el Aire, consolidó a Crippa como un héroe de la aviación argentina y un símbolo de la resistencia en el aire durante la guerra.
Pero la historia de Crippa no terminó en 1982. Luego de la guerra, el Aermacchi MB-339 que pilotó fue vendido al extranjero como parte de un canje por repuestos esenciales para los helicópteros Sea King utilizados en la campaña antártica de la Armada Argentina. Sin embargo, el aviador nunca olvidó su aeronave. En 2005, descubrió su paradero y comenzó una incansable lucha para repatriarlo.
Su anhelo se hizo realidad en 2024, cuando, tras años de gestiones, el avión llegó a Sunchales, su ciudad natal, desarmado en un contenedor. La emoción fue incontenible cuando Crippa pudo abrir personalmente el contenedor que resguardaba su antiguo caza. “Así culmina una etapa de muchos años de peleas, de idas y vueltas, de contratiempos, de trabas”, expresó con la voz quebrada por la emoción. Ahora, junto con un grupo de veteranos y voluntarios, se encuentra en proceso de restauración para su exhibición como patrimonio histórico en un museo interactivo que mantendrá viva la memoria de Malvinas.
El regreso del Aermacchi MB-339 no es solo la recuperación de una máquina; es la materialización de una lucha por la memoria y el reconocimiento de quienes combatieron en el cielo austral. “Es una alegría tenerlo aquí, vamos a llevarlo hasta la plaza de Sunchales, frente a la iglesia, donde el padre Fernando lo va a bendecir”, anunció Crippa. El aviador también busca recaudar fondos para completar la restauración y quienes deseen colaborar pueden hacerlo mediante el alias queso.ciclo.suela a nombre del Aeroclub de Sunchales.