¿Nos ayuda o nos atonta? La doble cara del uso diario de la inteligencia artificial

Un estudio encontró que muchas personas, ante tareas simples, asumen que la IA hará un buen trabajo y no revisan los resultados. La consecuencia: se pierde el hábito de pensar, analizar y cuestionar.

“El pensamiento crítico no me pareció relevante”, confesó uno de los participantes.

Lev Tankelevitch, investigador de Microsoft Research y coautor del estudio, explicó que estamos pasando de “ejecutar tareas” a solo “supervisarlas”, y que esa supervisión suele ser pasiva. En otras palabras: la IA hace el trabajo y nosotros, muchas veces, ni lo chequeamos.


📉 ¿Qué es la descarga cognitiva?

Es cuando dejás de usar activamente tu mente porque otro (en este caso, la IA) lo hace por vos.
Esto ya pasa con herramientas como calculadoras o GPS, pero con la IA generativa, el problema se amplifica porque produce no solo datos, sino ideas, textos, decisiones y soluciones. Si no evaluamos críticamente, terminamos adoptando sus errores y sesgos como si fueran nuestros.


🔁 La paradoja de la IA

El estudio no asegura que la IA nos esté volviendo tontos per se, sino que el problema está en cómo la usamos.
Si se emplea como una herramienta pasiva que da respuestas “listas para usar”, empobrece el razonamiento. Pero si se convierte en un “socio de pensamiento”, puede potenciar la inteligencia humana, ayudando a identificar patrones, sintetizar ideas y tomar mejores decisiones.


🛠️ ¿Cómo evitar esta trampa?

Una solución posible es mejorar el diseño de las plataformas de IA, haciendo que muestren su proceso de razonamiento y no solo el resultado final. Además, que incentiven al usuario a verificar, comparar y pensar.
“Lo ideal es que la IA no te lo dé todo resuelto, sino que te obligue a meterte en el problema”, dice Tankelevitch.


🚀 ¿El futuro del trabajo será más inteligente o más automático?

Dependerá de cómo integremos la IA en nuestras rutinas. Si nos volvemos consumidores pasivos de contenido generado por máquinas, las habilidades críticas se atrofiarán. Pero si entrenamos nuestra mente para dialogar con la IA, cuestionarla y mejorarla, podríamos estar ante una nueva etapa de evolución intelectual.



Los primeros asistentes de IA en medicina se usaron para sugerir diagnósticos, pero los doctores que más se beneficiaban de ellos no eran los que los seguían ciegamente… sino los que los desafiaban y corregían. Porque pensar sigue siendo humano.