Nati Jota relató su operación ocular y confesó que cedió a la presión estética aun con indicaciones médicas en contra

La influencer y periodista Nati Jota atravesó recientemente una cirugía para corregir su miopía y astigmatismo. El procedimiento, que marcó un antes y un después en su imagen pública, quedó opacado por una confesión que generó debate: admitió que rompió las indicaciones médicas por sentirse presionada por comentarios estéticos de su entorno digital.

Durante años, los anteojos formaron parte de su identidad en la televisión y el streaming. Eran más que un accesorio: funcionaban como un rasgo distintivo y, al mismo tiempo, una zona de seguridad. La operación significó despedirse de un elemento que la había acompañado durante toda su carrera. En ese proceso, según contó, surgieron inseguridades y tensiones que expuso sin filtros ante sus seguidores.

En una historia de Instagram, reveló que decidió delinearse los ojos pese a que su oftalmólogo se lo había prohibido. “No debí haber hecho eso, me delineé. Todavía mi oculista no me había permitido, pero no aguanté la presión social y sus críticas y sus comentarios pasivo-agresivos”, expresó. La influencer se mostró entre indignada y divertida, reconociendo que cedió al mandato de “verse mejor” aun en plena recuperación: “No me delineaba porque no podía y hoy tampoco puedo, sin embargo lo hice. ¿Por qué?”.

Con su característico humor, se respondió: “Porque no me banqué el mainstream”. La situación abrió un intercambio intenso en redes, donde recibió mensajes de apoyo, críticas disfrazadas de sugerencias y reflexiones sobre cómo influye la mirada externa en la construcción de la propia imagen. “Uno se está amigando con algo nuevo”, señaló al explicar la vulnerabilidad que atraviesa quien enfrenta un cambio estético significativo.

La periodista también detalló cómo fue la cirugía que le permitió dejar atrás los lentes, algo que había pospuesto durante años. Explicó que, tras verificarse la estabilidad en la graduación, el procedimiento fue simple y breve: anestesia en gotas, indicaciones precisas del médico, y una intervención de apenas dos minutos por ojo. “Vos ves todo, pero no sentís nada. No entendés bien qué están haciendo, solo ves luces, ruido, más borroso, menos borroso”, describió.

Con humor, contó cómo vivió el momento más técnico de la operación: “Abren la tapita del ojo, la cortan, le dejan una puntita pegada y la mueven. Dicho así da impresión, pero la verdad es que no ves ni te das cuenta. Ahí actúa el láser, posta cinco segundos, y vuelven a cerrar la tapita. Fin del toque”. Incluso admitió que tiene un video del procedimiento, aunque no lo publicará para evitar generar impacto innecesario o posibles sanciones de la plataforma.

Hoy, sin anteojos, se encuentra en pleno proceso de adaptación a su nueva imagen. Entre el alivio visual, la exposición pública y las inseguridades heredadas de años de comentarios externos, Nati Jota intenta reconciliarse con su reflejo y avanzar hacia un vínculo más amable con su apariencia.