El 5 de julio de 2024, Nash Keen vino al mundo en una situación que parecía imposible: nació con solo 21 semanas de gestación, pesando apenas 283 gramos, y con el tamaño de una barra de jabón. Hoy, un año después, su historia no deja de asombrar al mundo y emocionar a la ciencia.
🏥 El parto se dio en el Hospital Infantil Familiar Stead de Iowa, uno de los pocos lugares del mundo con protocolos para atender nacimientos tan extremos. Su madre, Mollie Keen, que había atravesado una pérdida gestacional previa, llegó con dos centímetros de dilatación a las 20 semanas, y gracias a una maniobra médica precisa, logró retrasar el parto lo suficiente para que Nash naciera justo en el umbral de viabilidad.
💪 Contra todo pronóstico, Nash sobrevivió. “Pensarías que sería frágil… pero es un niño decidido, curioso, y siempre está sonriendo”, contó Mollie a AP. A pesar de seguir dependiendo de oxígeno y alimentarse por sonda, los médicos aseguran que su evolución es todo lo que la medicina moderna podía esperar.
🫀 El pequeño también presenta un defecto cardíaco menor, que los profesionales confían en poder tratar con éxito a medida que crezca. Para la obstetra Malinda Schaefer, el caso de Nash representa un verdadero hito en la medicina fetal:
“Mi deber no es decidir, sino darles a los padres la información más clara posible, para que tomen sus propias decisiones”.
❤️ A un año de aquel parto récord, la familia Keen celebra no solo la vida de Nash, sino también la fuerza de un bebé que desmiente estadísticas y demuestra lo que la ciencia, el amor y la esperanza pueden lograr.
📚 Curiosidad: El anterior récord Guinness de nacimiento más prematuro lo tenía Curtis Means, nacido en Alabama en 2020, con 21 semanas y 1 día. Nash lo igualó… pero con menos peso corporal. Según estudios, cada día extra en el útero, en esas semanas críticas, puede aumentar hasta un 10% la posibilidad de sobrevivir. Una carrera contra el tiempo… y contra la lógica. ⏱️👣