Muerte súbita en adolescentes: prevención, señales de alerta y hábitos para cuidar el corazón

Cada año, la muerte súbita sacude a familias y comunidades, dejando interrogantes sobre sus causas y cómo prevenirla. Aunque este fenómeno es infrecuente en menores de 19 años, los especialistas advierten que las enfermedades cardíacas hereditarias suelen estar detrás de estos episodios.

Infobae consultó referentes médicos, quienes coincidieron en que la clave para reducir el riesgo reside en la prevención, los controles regulares y la detección oportuna de antecedentes familiares.

Enfermedades hereditarias: el eje del problema

Las muertes inesperadas en jóvenes generan un fuerte impacto porque suelen ocurrir en personas consideradas sanas y activas. María Mercedes Sáenz Tejeira, médica pediatra, cardióloga infantil y fetal y miembro del comité de cardiología de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), explicó que “la principal causa de muerte súbita en niños, niñas y adolescentes es un grupo de enfermedades que denominamos cardiopatías familiares. Las más frecuentes son las enfermedades del músculo cardíaco (miocardiopatías) y las arritmias”.

Estas cardiopatías tienen una base genética y pueden presentarse a cualquier edad, a veces con síntomas leves o nulos hasta que ocurre un episodio crítico. El cardiólogo Fabio Mennitte, integrante de la Red Nacional de RCP y Prevención de Muerte Súbita de la Federación Argentina de Cardiología (FAC), agregó que “dentro de las principales causas de muerte súbita adolescente se pueden mencionar las condiciones cardíacas estructurales o eléctricas, muchas de ellas heredadas”.

Antecedentes familiares y genética: señales ocultas

La historia familiar cumple un papel determinante, aunque muchas veces las familias desconocen el riesgo. Sáenz Tejeira destacó que “se llaman enfermedades familiares porque tienen una base genética, una presentación familiar y, en algunos casos, pueden asociarse a muerte súbita”.

Los avances en estudios genéticos permiten identificar a pacientes portadores de variantes genéticas que aumentan el riesgo, diseñando planes de seguimiento personalizados según la genética y el estilo de vida. Instituciones como el Hospital Italiano de Buenos Aires y el Hospital Juan A. Fernández cuentan con equipos multidisciplinarios dedicados al diagnóstico y seguimiento, integrados por cardiólogos, genetistas y especialistas en biología molecular.

Signos de alerta que no deben pasarse por alto

Entre el 60% y 80% de los episodios de muerte súbita en adolescentes ocurren fuera del ámbito hospitalario. Los síntomas pueden ser sutiles, pero requieren atención médica inmediata: palpitaciones periódicas, falta de aire durante la actividad física, dolor de pecho y desmayos, especialmente en contexto de ejercicio intenso. También se deben considerar antecedentes de soplo cardíaco, presión arterial elevada o estudios previos que hayan requerido reevaluación.

Sáenz Tejeira puntualizó: “La aparición de síntomas cardiológicos como dolor de pecho, palpitaciones o desmayos podría ser la primera manifestación de la enfermedad y deben consultar en forma urgente”.

Controles médicos clave en la infancia y adolescencia

Los estudios fundamentales incluyen el examen físico y el electrocardiograma, al menos una vez en la infancia y otra en la adolescencia. Según Mennitte, “una evaluación médica periódica, convencionalmente una vez al año, es una de las herramientas más importantes para detectar patologías cardiovasculares que puedan desencadenar una muerte súbita”.

La indicación de estudios adicionales, como ecocardiograma o ergometría, depende del contexto clínico, historial familiar y hallazgos durante el examen.

Deporte y riesgo: prevención y aprendizaje

Aunque la incidencia de muerte súbita en adolescentes deportistas es baja, estos casos llaman la atención porque afectan a jóvenes activos. La FAC recomienda reforzar controles médicos en quienes practican actividad física intensa y asegurar la presencia de desfibriladores externos automáticos (DEA) y personal entrenado en reanimación cardiopulmonar (RCP) en clubes, escuelas y centros deportivos.

Mennitte remarcó: “El uso de RCP y DEA hace la diferencia, porque cada segundo cuenta. Si se asiste a la persona hasta que llegue la urgencia médica, tiene muchas más posibilidades de sobrevivir”.

Educación sanitaria y prevención comunitaria

La FAC promueve la capacitación en RCP y primeros auxilios para familias, docentes y adolescentes, formando instructores que luego enseñan en sus comunidades. Desde 2015, la Ley 27.159 en Argentina garantiza la protección legal a quienes asisten a víctimas de muerte súbita, facilitando la intervención de testigos y personal no especializado.

Contexto epidemiológico

Según la OMS, existen 1.300 millones de adolescentes en el mundo, y la cifra aumentará hacia 2050. En Europa, entre dos y tres de cada 100.000 jóvenes menores de 35 años fallecen por muerte súbita cada año. En Argentina y la región, la falta de datos nacionales específicos sobre muerte súbita en adolescentes motiva a redoblar esfuerzos en seguimiento y concientización.

Hábitos y pautas para cuidar la salud cardiovascular

Entre las recomendaciones para reducir el riesgo destacan:

  • Actividad física frecuente, al menos cuatro veces por semana, de intensidad moderada.
  • Alimentación saludable y control de colesterol, presión arterial y metabolismo.
  • Conocimiento de la historia familiar y seguimiento médico personalizado.

Sáenz Tejeira enfatizó: “Cuanto más precoz actuemos, mejor, porque los niños presentan más plasticidad a los cambios y a los buenos hábitos”. Mennitte reforzó: “La recomendación fundamental es que se hagan controles médicos periódicos para poder evaluar a la persona y detectar posibles problemas”.

Recursos y contactos para la prevención

La FAC ofrece cursos y capacitaciones en RCP y primeros auxilios, y responde consultas a través del correo secretariadercp.fac@gmail.com y en redes sociales @rcp.fac en Facebook e Instagram. Identificar antecedentes, mantener hábitos saludables y asegurar que los espacios comunes cuenten con dispositivos y personal preparados son pilares para proteger a los adolescentes frente al riesgo de muerte súbita.