En tiempos donde todo compite por likes, vistas y corazones digitales, dos monjas brasileñas encontraron una manera poco convencional —y sorprendentemente efectiva— de evangelizar: beatbox y baile en vivo, hábito incluido. Porque si algo aprendimos del siglo XXI es que hasta lo sagrado necesita ritmo.
Las protagonistas del fenómeno viral son Marizele Isabel Cassiano y Marisa de Paula Neves, dos religiosas de la congregación Copiosa Redención, que rompieron las redes desde el programa Família de Amor en la TV Pai Eterno. Y rompieron más que eso: rompieron estereotipos, estructuras, y de paso, la solemnidad habitual de la televisión religiosa.
De lo sacro a lo urbano (sin escalas)
En el video, Marizele entona una especie de “vocación ooh” que se transforma, en cuestión de segundos, en un beatbox bien ejecutado, mezcla de sonidos guturales, nasales y rítmicos que podrían poner nervioso al mismísimo Eminem. A su lado, la hermana Marisa se deja llevar y comienza a bailar, mientras el conductor del programa, Giovane Bastos, se suma a la improvisación como si fuera el warm-up de un festival católico.
La escena podría haber sido parte de una comedia absurda, pero no. Es real. Y funciona. Porque detrás de la performance no hay ironía, sino una intención clara: llegar a los jóvenes, especialmente a aquellos que atraviesan situaciones complejas como la drogadicción o la exclusión.
“Sentí el llamado de Dios para celebrar la redención a través de la música”, explicó la hermana Marizele, quien se dedica de lleno al arte desde 2023. Una frase que podría sonar exagerada… si no estuviera respaldada por miles de compartidos y comentarios que celebran su autenticidad.
Beatbox bendito
La escena no solo capturó la atención de fieles, curiosos y tuiteros ociosos, sino también de referentes del beatbox brasileño. Fernandinho BeatBox, uno de los más populares del país, elogió la actuación: “Rompen con el estereotipo de religiosidad. Llevan el mensaje de paz y amor a través del arte. Si tuviera que dar una nota, daría 1.000”.
Otros como Dudz Beatbox (campeón nacional en 2020) y Yuri Beatkong también se mostraron entusiasmados. No solo por la calidad del beat, sino por el impacto simbólico: “Es una figura religiosa. Entonces la gente le presta más atención”, señaló Beatkong, reconociendo el inesperado poder de una monja con flow.
Entre la fe y el freestyle
Lo que podría haberse tomado como un momento anecdótico es, en realidad, un síntoma de algo mayor: la religión, igual que el arte, busca nuevos lenguajes para sobrevivir en un mundo hiperconectado. Y si el mensaje sigue siendo el mismo —amor, redención, esperanza—, el canal puede mutar sin culpa.
Porque sí, es raro ver a dos monjas haciendo beatbox. Tan raro como ver un Papa en Twitter o una misa transmitida por TikTok. Pero quizás ahí esté la clave: la fe no siempre se predica desde el púlpito, a veces suena desde un micrófono imaginario, con base rítmica y vocación en estéreo.