“Mi País Conversa”: una apuesta para dialogar sin gritar en una Argentina dividida

En tiempos donde la polarización parece ser la norma y no la excepción, una nueva edición de Mi País Conversa llega a la Argentina para recordarnos algo fundamental: 🌱 podemos disentir sin dejar de deshumanizarnos.

🧩 Impulsado por la Fundación Bunge y Born, junto con Infobae y la plataforma internacional My Country Talks, este programa busca que ciudadanos comunes —sin bancas, micrófonos ni atriles— puedan encontrarse con otros que piensen lo opuesto… y conversar. El evento se llevará a cabo la semana del 15 de septiembre, y cualquier persona podrá participar desde cualquier punto del país, ya sea de forma virtual o presencial.

🖱️ La mecánica es simple: durante el mes de campaña, Infobae ofrecerá cinco preguntas sobre temas actuales, y a través de un algoritmo, se emparejará a quienes respondan de forma opuesta. Si ambas partes aceptan, ¡listo! Nace una conversación tan improbable como necesaria.

🧠 “Impulsamos esta iniciativa porque creemos que la democracia es, ante todo, una serie de hábitos”, explican desde la organización. “No se trata solo de instituciones, sino de poder escuchar, reflexionar y compartir con quienes no piensan como nosotros”.

🧬 Para el psicólogo social Jonathan Haidt, entender por qué nos cuesta tanto convivir en democracia tiene que ver con nuestra biología tribal. “No estamos hechos naturalmente para vivir en democracia. Es un músculo que se entrena”, sostiene.

🌍 En un contexto global de retroceso democrático —con casi dos décadas de pérdidas institucionales según Freedom House—, el mensaje de Mi País Conversa suena urgente: recuperar el valor del otro, incluso cuando no piensa como yo.

🎤 “Mi País Conversa no busca cambiar opiniones, sino recordarnos que se puede disentir sin faltar el respeto”, concluyen los organizadores. Y quizás ahí esté el secreto: no ganar una discusión, sino recuperar el arte de hablar… y escuchar.


🧐 Curiosidad: My Country Talks, el modelo en el que se basa esta iniciativa, nació en Alemania y se replicó con éxito en más de 30 países. En Noruega, el algoritmo llegó a unir en diálogo a un votante del Partido del Progreso (extrema derecha) con un joven refugiado sirio. El resultado: se hicieron amigos.