🔥 Cebar un buen mate no es magia, pero casi. Quienes lo toman todos los días lo saben: hay algo sagrado en esa ronda que se arma entre amigos, en esa pausa solitaria frente a la ventana o en el ritual que marca el arranque del día. Y como todo ritual, tiene reglas. Porque sí, el mate se puede lavar… y nada peor que un mate aguado y sin alma.

🌿 El primer mandamiento es cuidar la yerba. No todas son iguales. Las que tienen palitos suelen durar más porque liberan el sabor de forma más gradual. En cambio, las molidas muy finas se agotan rápido. Si el mate pierde el gusto al tercer o cuarto cebado, quizás sea hora de cambiar de marca.
🚫 Pero no toda la culpa es de la yerba. Los expertos señalan errores comunes que arruinan el sabor:
- 🌡️ Usar agua hirviendo: quema la yerba y la deja sin vida.
- 🌊 Mojar toda la yerba desde el comienzo: acelera el lavado.
- 🥄 Mover la bombilla: desarma la montañita y humedece todo.
- 🕰️ Dejar pasar mucho entre cebadas: la yerba se enfría y muere.
- 🍵 Usar mates con boca angosta: impide armar bien la yerba.
🔥 ¿La solución? Una cebada consciente, casi zen. Arrancá con agua tibia y andá subiendo hasta 75°C como máximo. Nunca dejes que hierva. Formá una montañita de yerba seca a un lado del mate, poné la bombilla y no la muevas más. Cebá siempre del mismo lado y con poquita agua.
💧 El agua también importa. Si podés, usá mineral o filtrada: algunas aguas de red tienen gusto a cloro que mata el aroma de la yerba.
🧉 Y no te olvides: el mate necesita ritmo. Si lo dejás olvidado, se apaga. Hacelo circular, compartilo, mantenelo vivo.

📌 Curiosidad final: ¿Sabías que en Misiones, la tierra de la yerba mate, hay sommeliers especializados que catan yerba como si fuera vino? Analizan color, aroma, retrogusto y hasta el “cuerpo” del mate. Un arte en sí mismo.