🧠 En medio de una transformación silenciosa pero profunda, las universidades del mundo —y en particular las de Argentina— comienzan a mirar con atención el impacto de la inteligencia artificial (IA) en la educación superior. Frente a esta revolución tecnológica, instituciones como la Universidad de California, Yale y la Universidad de Iowa han conformado comités interdisciplinarios para pensar cómo adaptar sus métodos, sin resignar los valores fundacionales del mundo académico.

📌 Según el medio The Point Mag, estas iniciativas buscan no solo gestionar los riesgos, sino también aprovechar el potencial de la IA para repensar la educación del siglo XXI. En Yale, por ejemplo, se alienta a los docentes a liderar esta nueva era con creatividad y responsabilidad. En tanto, en la Universidad de Iowa ya funcionan cinco comités distintos que se dedican a estudiar las oportunidades y peligros de esta tecnología.
👨🏫 En la Universidad de Arkansas, la falta de lineamientos institucionales ha empujado a que cada facultad trace sus propias políticas. Esto genera un debate permanente sobre cómo detectar el uso indebido de IA, la precisión de esas herramientas y hasta qué punto deben prohibirse plataformas como Grammarly, consideradas por algunos como una forma de asistencia injusta.
🤖 Pero no todo es polémica. Hay quienes ven en la IA una aliada para mejorar la enseñanza, especialmente entre estudiantes que no tienen el inglés como lengua materna. Por eso, se ensayan nuevas formas de evaluación que combinan tecnología y pensamiento crítico, como los ensayos en video o las exposiciones orales donde se explicite cómo se usó la inteligencia artificial en el proceso.
📚 El dilema más profundo, sin embargo, gira en torno a la escritura tradicional. ¿Tiene sentido seguir enseñando a redactar ensayos si una IA puede hacerlo en segundos? Algunos docentes sostienen que lo esencial es evaluar ideas y creatividad, no gramática o estilo. Otros defienden la escritura como una herramienta formativa irremplazable.
🗣️ D. Graham Burnett, profesor en Princeton, reflexionó en The New Yorker sobre si realmente es eficiente seguir usando libros académicos cuando existen herramientas como ChatGPT que pueden simplificar esos contenidos. La pregunta no es menor, sobre todo cuando se pone en duda el valor mismo de las humanidades frente al avance arrollador de la tecnología.
📉 Mientras tanto, en los comités universitarios se discute algo más sutil pero fundamental: ¿cómo comunicar el valor de las humanidades en un mundo que exige inmediatez, eficiencia y resultados medibles? En ese terreno, la IA puede volverse tanto un obstáculo como un espejo incómodo.
💬 Como decía Ludwig Wittgenstein, el lenguaje no es solo una herramienta: es una forma de vida. Si dejamos que las máquinas lo dominen, quizás también renunciemos a una parte esencial de nuestra humanidad.
🧐 Curiosidad: Pocos saben que Grammarly, esa popular herramienta para corregir textos, usa modelos de lenguaje similares a los de ChatGPT, lo que ha desatado controversias en universidades donde se la considera una IA “camuflada” y prohibida en ciertas evaluaciones.