🔎 Un caso de racismo e injusticia: En 1944, George Junius Stinney Jr., un niño negro de 14 años, fue condenado a muerte en un juicio relámpago por el asesinato de dos niñas blancas en Alcolu, Carolina del Sur. Sin pruebas, sin defensa adecuada y con una confesión arrancada bajo coacción violenta, George fue ejecutado en la silla eléctrica.
📅 La acusación: Betty June Binnicker (8 años) y Mary Emma Thames (11 años) fueron halladas asesinadas con golpes en el cráneo propinados con una viga de más de 20 kilos, un peso imposible de manejar para un niño de 43 kilos. La única “evidencia” contra George fue que había mencionado haber visto a las niñas ese día.
🚔 El juicio exprés:
- Se realizó un mes después del crimen.
- El abogado asignado a George, un blanco sin experiencia penal, no presentó testigos ni cuestionó la ausencia de pruebas.
- El jurado compuesto solo por hombres blancos tomó su decisión en 10 minutos: culpable y condenado a morir.
🪑 Una ejecución brutal: El 16 de junio de 1944, George fue llevado a la silla eléctrica. Tan pequeño era que debieron sentarlo sobre una guía telefónica para que los electrodos alcanzaran su cabeza. Murió quemado por la descarga, con apenas 14 años.
👩⚖️ Setenta años después, la verdad salió a la luz: La incansable lucha de su hermana Aime Stinney, quien en 2014 logró que se reabriera el caso, demostró la inocencia de George. El tribunal escuchó pruebas que nunca se consideraron en 1944:
- Aime testificó que George estaba con ella el día del crimen.
- Expertos confirmaron que la confesión fue obtenida bajo tortura y presión.
🗣️ Un fallo histórico: La jueza Carmen Mullen declaró inocente a George Stinney: “No se trata de perdón. Un perdón es para quien cometió un error. George nunca fue culpable”.
💬 El testimonio de Aime: “Perdí a mi hermano, y las familias perdieron a sus niñas. Pero, ¿cómo pudieron matar a un niño? Lo electrocutaron, lo quemaron. Fue una muerte horrible”.
🔎 Dato curioso: En 2004, George Stinney se convirtió en el condenado a muerte más joven en la historia de EE.UU. en ser declarado inocente. Su caso es un recordatorio de los peligros del racismo sistémico y la falta de justicia para las comunidades vulnerables.