En una decisión que desafía los límites de la ciencia y la percepción de la vida, Beatriz Billone, fallecida el 9 de septiembre de 2018 a la edad de 78 años, está a punto de culminar un singular viaje hacia un posible futuro de resurrección tecnológica. La pionera argentina se convirtió, minutos después de su muerte, en la primera y única criopreservada del país.
Billone, una educadora dedicada, fundadora de 19 escuelas en el Gran Buenos Aires, fue introducida al mundo de la criopreservación por su hija, María Entraigues-Abramson, quien se ha convertido en una embajadora de Alcor, el laboratorio líder en esta práctica, y actualmente dirige divulgación y desarrollo en SENS Research Foundation, una organización en Silicon Valley que busca combatir el envejecimiento mediante medicina regenerativa y biotecnología.
La Criopreservación: Entre la Ciencia y la Esperanza
La criopreservación del cerebro de Billone, realizada tras su fallecimiento por sepsis, se ha convertido en un proceso de cinco años y medio lleno de desafíos. La práctica, vista con escepticismo por gran parte de la comunidad científica, fue presentada por María como una donación a la ciencia para poder avanzar con el procedimiento.
El proceso involucró la colaboración de un grupo de “autoayuda” y el trabajo de un científico especializado, Rodolfo Goya, quien replicó el procedimiento en ratas para estudiar los efectos en la estructura cerebral. Los resultados, según Goya, sugieren que el procedimiento es efectivo para conservar la estructura cerebral, proporcionando esperanza para un futuro intento de revivificación sin daños drásticos.
El Viaje del Cerebro Argentino a los Estados Unidos
El cerebro de Beatriz Billone, tras complejas investigaciones en Argentina, viajará a los Estados Unidos, específicamente al 21st Century Medicine, un centro de criobiología avanzada. La dificultad en el estudio radica en la congelación de los líquidos circundantes, pero Greg Fahy, director ejecutivo y científico del centro, y su equipo han ideado soluciones criogénicas para examinar el cerebro sin comprometer su integridad.
A fines de febrero, el cerebro será trasladado por un equipo especial de la Navy SEAL hasta las instalaciones del laboratorio. Una vez allí, se sumergirá en un criostato a -196 grados, esperando el día en que la tecnología futura pueda ofrecer la posibilidad de resucitar a Billone.
La Criónica: Más Allá de los Límites Actuales
Rodolfo Goya, ahora jubilado e involucrado en organizaciones científicas estadounidenses, destaca la importancia de utilizar modelos animales como los gusanos caenorhabditis elegans para estudiar la viabilidad de la criopreservación. Estos gusanos pueden ser revividos después de ser congelados, manteniendo su memoria intacta, proporcionando información crucial sobre la conservación del cerebro y su funcionalidad.
La criónica, un terreno donde la ciencia se entrelaza con la esperanza, despierta preguntas éticas y desafía las nociones convencionales de la muerte. Mientras tanto, aquellos que abrazan esta práctica aguardan el día en que una tecnología avanzada les ofrezca la posibilidad de despertar de su sueño criónico, desafiando así los límites de la vida y la muerte. ¿Será este el futuro que nos espera, o simplemente un sueño congelado en la esperanza? Solo el tiempo y la evolución tecnológica lo revelarán.