La historia real del día que Coca-Cola cambió su fórmula… y casi provoca una revolución

En 1985, la empresa Coca-Cola tomó una de las decisiones más arriesgadas —y desastrosas— de toda su historia: cambiar la fórmula original de la bebida para lanzar la “New Coke”. Lo que parecía una estrategia moderna y audaz terminó convirtiéndose en uno de los mayores errores comerciales de todos los tiempos, una crisis que aún hoy se estudia en marketing por lo insólita que fue la reacción del público.

La compañía llevaba años perdiendo terreno frente a Pepsi, especialmente entre los jóvenes. En las famosas “Pepsi Challenges”, miles de personas preferían el sabor más dulce de Pepsi en catas a ciegas. Presionados, los directivos de Coca-Cola decidieron reformular la bebida por primera vez en casi cien años. La nueva versión era más dulce, más suave… y totalmente distinta al sabor tradicional.

El 23 de abril de 1985, New Coke llegó a los supermercados estadounidenses. Lo que pasó después fue inesperado: la gente se enfureció. Los teléfonos de atención al cliente colapsaron. Los fanáticos de la bebida hicieron protestas en las calles, se crearon grupos militantes como “Sociedad para la Preservación de la Old Coke”, y algunas personas llegaron a guardar latas como si fueran tesoros que valdrían millones en el futuro.

En apenas semanas, Coca-Cola recibió más de 400.000 llamadas y cartas (record absoluto para una marca). Hubo quienes compararon el cambio con una traición nacional. Un hombre denunció que la empresa había “matado un símbolo de la identidad estadounidense”. La presión fue tan grande que, menos de tres meses después, la compañía dio marcha atrás.

Así, el 11 de julio de 1985, Coca-Cola anunció el regreso triunfal de la fórmula original, rebautizada como Coca-Cola Classic. La gente celebró como si se tratara del fin de una guerra. Paradójicamente, el desastre terminó beneficiando a la empresa: las ventas subieron, la marca recuperó popularidad y se consolidó como ícono cultural.

Hasta hoy, la “New Coke” es recordada como una pequeña locura colectiva, un episodio insólito donde una simple bebida despertó pasiones tan intensas como si se tratara de un asunto de Estado. Una enseñanza eterna para el marketing: nunca subestimes el poder emocional que las personas pueden tener por lo cotidiano.