La adicción al consumo de tabaco es una de las principales problemáticas de la sociedad actual: los efectos negativos de la nicotina sobre el organismo ya son vox pópuli y las empresas de venta de cigarrillos incluso están obligadas a advertirlos en sus propios paquetes. En ese contexto, un fumador construyó una historia increíble a partir de un triunfo en la Justicia: venció a una de las compañías más poderosas del mundo, que debió pagarle 3000 millones de dólares de indemnización.
El hecho se produjo en el año 2001, cuando la discusión sobre las consecuencias que acarreaba el acto de fumar estaba en la cresta de la ola: una persona que había recibido un diagnóstico de cáncer en el hospital decidió demandar a la firma tabacalera Philip Morris luego de responsabilizarla por haber contraído aquella enfermedad. Por supuesto, el caso se volvió uno de los más mediáticos del momento.
En principio, el tribunal de la ciudad de Los Ángeles, situada en los Estados Unidos, analizó la iniciativa del paciente oncológico, que fue identificado como Richard Boeken, de 56 años. La deliberación duró alrededor de nueve días y dispuso una condena multimillonaria para la empresa oriunda de Nueva York. El veredicto generó sorpresa a nivel mundial, ya que se trató de una pena ejemplar, poco ortodoxa para la jurisprudencia del país norteamericano.
La empresa aseguró que no tiene injerencia en el consumo de las personas.
Boeken, que se desempeñaba como corredor de bolsa, había comenzado a fumar a los 13 años, aunque los problemas se despertaron mucho tiempo después: en octubre de 1999, luego de una visita al médico, le detectaron un tumor en el pulmón que estaba en pleno crecimiento. Con el paso del tiempo, el cáncer hizo metástasis y se extendió hacia otras partes de su cuerpo, como la columna vertebral. Doce meses después, llegó a su cerebro.
En la demanda, el hombre acusó a la tabacalera de haber engañado a la gente a lo largo de cuatro décadas con respecto a los perjuicios que podía causar el cigarrillo. Dentro del texto en cuestión, el bróker añadió que fumaba dos atados diarios y que incluso le creyó a Philip Morris cuando advirtieron que no había vínculos entre el cáncer de pulmón y el tabaco. Por ello, también exigió una compensación de 12.370.000 dólares por cuentas médicas y lucro cesante.
Los magistrados condenaron a la firma por fraude, negligencia y conspiración.
El abogado defensor de la compañía, Maurice Leiter, aseguró en el juicio que la firma jamás había obligado al demandante a realizar ninguna acción: “En definitiva, Boeken no fumaba por haber escuchado a la compañía, sino que él eligió fumar”. De todas formas, los magistrados concluyeron que la empresa era culpable de los cargos de fraude, negligencia y conspiración.
El fumador que derrotó a una tabacalera: un proceso que duró más de una década
El letrado que representó al agente bursátil argumentó que las tabacaleras generaron campañas con el objetivo de promover la adicción como algo “fabuloso” para las personas: “Ellos son los mayores narcotraficantes del mundo, algo que llena de vergüenza a los cárteles colombianos de la droga. Mi cliente dejó la heroína y el alcohol, pero reanudó el hábito de fumar tras abandonarlo varias veces”.
Por supuesto, la determinación fue recurrida por Philip Morris a los pocos meses después de solicitar un nuevo proceso judicial: consideraban que la cifra a ejecutar era excesiva teniendo en cuenta las normativas que regían por aquel entonces en California.
En el marco de esa disputa, el corredor de bolsa perdería la vida en 2002; su hijo continuó con la demanda y el entramado se resolvería diez años después, con un acuerdo que implicó apenas 13 millones de dólares. /TN