Cuando tenía 11 años, Nina Álvarez subió al micro que manejaba su papá y sintió un fuego en el corazón. La imponencia del vehículo y la presencia de su padre al volante la marcaron profundamente. Ese sentimiento se intensificó 17 años atrás, cuando su padre manejó su primer micro de larga distancia de doble piso. “¡Eso quiero hacer!”, se prometió en ese momento, y desde entonces trazó su camino hacia ese objetivo con determinación.
El 13 de septiembre de 2023, Nina cumplió su sueño: realizó su primer viaje de larga distancia desde Mendoza a Neuquén, convirtiéndose, a los 33 años, en la primera mujer en Argentina en manejar un micro de doble piso. “Toda mi vida soñé con esto”, cuenta con una felicidad contagiosa. “Cuando manejo siento paz. Estoy cumpliendo un sueño al que le puse muchas ganas; esta es mi pasión, mi vocación”, asegura durante una pausa tras regresar de otro viaje al sur.
Desde el inicio, tuvo el apoyo incondicional de su papá. Fue el primero en saber que su hija se había convertido en su colega. Como padre, le pide que se cuide en la ruta, y como colega, le da consejos. “Lo primero es la gente. Hay que cuidarla y asegurarse de que disfruten del viaje”, le aconseja. Ella se esmera en aplicar esa enseñanza y se siente orgullosa cuando los pasajeros la felicitan por un viaje tranquilo y agradable.
Nina lleva en la sangre la pasión por manejar. Su abuelo también fue chofer, conduciendo enormes camiones. Su primer viaje oficial, un servicio privado desde Mendoza a Neuquén, fue desafiante pero gratificante. Aunque tuvo ansiedad y nervios la noche anterior, pronto logró conectarse con la ruta y disfrutar del trayecto. “Manejar es mi cable a tierra; me calma, me baja la ansiedad”, confiesa.
Uno de los mayores retos ha sido adaptarse a las rutas y condiciones climáticas. En viajes largos, como los de Mendoza a Buenos Aires o Neuquén, enfrentó desafíos como autopistas saturadas, calzadas deterioradas y climas cambiantes que incluyen neblinas, tormentas y nieve. Cada viaje exige máxima concentración, pero Nina supera estas dificultades con profesionalismo.
El camino para llegar aquí no fue fácil. Antes de manejar micros de doble piso, comenzó con vehículos medianos y realizó un intenso entrenamiento de un año, que incluyó prácticas diarias y cursos de manejo defensivo. “Aprendí a manejar bajo ráfagas de viento, tormentas fuertes o neblinas, y a actuar en situaciones de emergencia”, explica. Este esfuerzo dio frutos cuando logró manejar las enormes máquinas que siempre soñó.
Nina recuerda cómo su papá le advirtió que sería difícil abrirse camino en un ambiente dominado por hombres. “En algunas empresas me ofrecían ser administrativa, no manejar”, relata. Sin embargo, su perseverancia la llevó a romper barreras. Ahora, los pasajeros reconocen su profesionalismo y agradecen la serenidad de sus viajes. “No hay mayor satisfacción que saber que pudieron descansar y sentirse tranquilos durante el trayecto”, dice con orgullo.
Para Nina, cada viaje es una oportunidad de recordar sus raíces y el apoyo de su familia. Sueña con llevar a su papá como pasajero y mostrarle lo lejos que ha llegado. Con pasión y esfuerzo, ha demostrado que los sueños son alcanzables, incluso en un mundo lleno de desafíos.