La falta de sal en África está cambiando la vida de elefantes, jirafas y rinocerontes: el recurso invisible que condiciona su supervivencia

Los elefantes, jirafas y rinocerontes africanos enfrentan una amenaza silenciosa: la escasez de sodio en su entorno natural. Aunque estos gigantes sobreviven en ecosistemas repletos de vegetación, la mayoría de las plantas que consumen no contiene suficiente sal para cubrir sus necesidades biológicas. Esta carencia impacta directamente en su salud, condiciona los lugares en los que viven y obliga a muchos ejemplares a desplazarse grandes distancias en busca del mineral.

Un estudio publicado en la revista Nature Ecology & Evolution explica que, en ciertas zonas del continente, los herbívoros silvestres no logran obtener sodio suficiente de su dieta, lo que redefine sus movimientos y hábitos. El sodio es indispensable para el funcionamiento celular, el equilibrio de fluidos y la transmisión nerviosa. Sin él, los megaherbívoros quedan en desventaja incluso si la disponibilidad de plantas es abundante.

Según los investigadores, la distribución de estos animales está profundamente marcada por este factor invisible. En áreas donde la vegetación es frondosa, la falta de sal puede limitar sorprendentemente el número de individuos. “La escasez de sodio puede jugar un papel central en la baja cantidad observada de megaherbívoros”, explicaron los científicos.

El estudio fue liderado por Andrew Abraham y Marcus Clauss y reunió especialistas de múltiples países, que analizaron mapas detallados del contenido de sodio en plantas del África subsahariana. Luego cruzaron esos datos con información actualizada sobre los movimientos y comportamientos de elefantes, jirafas y rinocerontes.

Los resultados fueron contundentes: la variación del sodio en las plantas puede ser 1000 veces mayor entre distintas regiones, lo que deja a los animales expuestos a déficits severos. Las consecuencias se evidencian en su conducta. En Kenia, por ejemplo, los elefantes ingresan a cuevas para lamer rocas ricas en sal, mientras que en el Congo excavan lechos de ríos. Otros animales, como gorilas, ñus y cebras, se congregan en salinas naturales para suplir sus necesidades.

Los investigadores también analizaron heces para evaluar cuánto sodio real obtiene cada especie. Los déficits son especialmente críticos en los animales más grandes, lo que explicaría por qué los megaherbívoros del oeste africano han disminuido incluso en zonas con vegetación abundante.

La búsqueda de fuentes alternativas de sal genera además consecuencias inesperadas: caminos y pozos de sal creados por humanos actúan como imanes para estos animales, atrayéndolos hacia áreas pobladas y aumentando el riesgo de conflictos con comunidades locales.

El trabajo concluye que la disponibilidad de sodio no solo condiciona la salud individual de estos gigantes, sino también su distribución geográfica, sus migraciones y sus rutinas diarias. Para los conservacionistas, comprender y mitigar esta carencia representa un desafío crucial. Más sal en el ambiente significa animales más sanos y menos desplazamientos forzados hacia zonas de riesgo.