La cara oculta del genio: el lado que Robin Williams no podía mostrar

🎭 Nació en julio de 1951 en Chicago, en el seno de una familia adinerada. Pero, a pesar del confort material, Robin Williams creció en soledad. Sus padres, siempre ocupados, lo dejaban al cuidado de una niñera que no podía suplir lo que él realmente necesitaba: atención y amor. Así, desde niño, comenzó a crear voces y personajes imaginarios que lo acompañaron por el resto de su vida.

🧸 Descubrió que hacer reír era una forma poderosa de ser visto. Para captar la atención de su madre, Robin comenzó a interpretar roles, imitaciones, acentos. Esta habilidad innata se afianzó con el tiempo, especialmente en su adolescencia, cuando la familia se mudó a San Francisco. Allí, al fin pudo liberar su personalidad en una escuela menos rígida y tomó su primera clase de actuación. La improvisación le cambió la vida.


El nacimiento de un talento

🎓 En 1969, era el “payaso” de la clase. Aunque sus notas no eran brillantes, todos sabían que tenía algo especial. Primero intentó estudiar ciencias políticas, pero la actuación lo absorbió. Pasó por Juilliard, el prestigioso conservatorio de Nueva York, donde deslumbró a profesores y conoció a su gran amigo: Christopher Reeve. Esa amistad marcaría su vida.

❤️ En Juilliard también conoció a Valerie Velardi, su primera esposa. Ella fue su primera gran compañera, espectadora, editora de sus rutinas, y apoyo emocional. Aunque su relación se quebró años después por sus infidelidades, fue clave en sus primeros años.


Ascenso meteórico… y heridas internas

🎤 Su salto fue el stand up en San Francisco. Nadie tenía la velocidad, la energía y la creatividad de Robin. En un club lo descubre un productor de televisión y lo invita a un episodio de Happy Days, donde interpreta a un alienígena llamado Mork. Fue tan exitoso que lo transformaron en protagonista de Mork & Mindy.

📺 La fama lo arrasó. Junto con la presión llegaron el alcohol, las drogas y el caos nocturno. Su ritmo era agotador. En este entorno conoce a John Belushi, con quien compartía excesos. Pero tras la muerte por sobredosis de Belushi y el nacimiento de su primer hijo, Robin intenta dejar las drogas.


Cine, éxito y recaídas

🎬 Buenos días, Vietnam lo convierte en estrella mundial. Su carrera se dispara con Papá por siempre, Jumanji, Patch Adams, La sociedad de los poetas muertos, El hombre bicentenario, y Mente indomable, por la que gana el Oscar. Detrás del humor, se escondía una persona profundamente herida.

💔 Las infidelidades le cuestan su primer matrimonio. Se enamora de Marsha, la niñera de su hijo, con quien forma una familia y vive sus mejores años profesionales. Pero también recaerá en el alcohol después de años de sobriedad.


El ocaso de una estrella

📉 En los años 2000, sus proyectos pierden brillo y su salud mental comienza a deteriorarse. Su tercera esposa, Susan Schneider, lo acompaña en el tramo final. En 2014, le diagnostican Parkinson, pero en realidad padece demencia con cuerpos de Lewy, una enfermedad devastadora que confunde y aterroriza.

🕯️ Robin comienza a tener paranoia, olvidos, angustia. Siente que su mente ya no es suya. El 11 de agosto de 2014, se quita la vida. La noticia conmueve al mundo entero. Deja una nota, y en sus últimas palabras —en Una noche en el museo 3— se despide con la frase: “Siempre ríe, el sol ha salido”.



🎬 Aunque fue famoso por hacer reír, Robin Williams pidió específicamente interpretar personajes profundos y sabios como el profesor Keating o el doctor Sean Maguire, porque quería dejar un mensaje positivo al mundo. Aún con sus demonios internos, su obra habló de empatía, compasión y redención.