Cada vez más jóvenes buscan adquirir herramientas prácticas que la escuela nunca enseñó: desde cómo pagar impuestos hasta cocinar o gestionar sus emociones. Entre el desamparo institucional y el ingenio digital, emerge una nueva pedagogía para la vida cotidiana.
🧭 Una generación preparada… para lo que no importa
Cuando Mariana Arias tuvo que firmar el contrato de alquiler de su primer departamento, no entendió casi nada. A sus 23 años, recién egresada de la universidad, sabía diseccionar ranas, recitar funciones trigonométricas y analizar estructuras narrativas. Pero no sabía cómo declarar impuestos, pedir un turno médico o entender su cobertura de salud.
Su confesión, publicada en X (antes Twitter), se volvió viral. Cientos de jóvenes replicaron la misma pregunta: ¿por qué la escuela no nos preparó para lo que realmente importa?

🧱 El vacío práctico de la educación tradicional
La sensación de no estar preparados para la vida adulta no es nueva, pero en la generación Z se ha vuelto un grito colectivo. La precarización laboral, la inflación, la hiperconectividad y la presión por “triunfar” han creado una tormenta perfecta: muchos jóvenes llegan a la adultez con diplomas, pero sin brújula.
De ahí el auge de los llamados cursos de “adulting” —neologismo anglosajón que alude al proceso de convertirse en adulto—, que hoy proliferan tanto en universidades como en redes sociales.
🏫 ¿Qué enseñan estos cursos?
En países como Canadá y Estados Unidos, varias universidades ya incluyen talleres extracurriculares de habilidades prácticas. Entre los contenidos figuran:
- Elaboración de presupuestos personales
- Redacción de correos formales
- Administración del tiempo
- Nociones básicas de impuestos y seguros
- Cocina y mantenimiento del hogar
- Salud mental y sostenibilidad
Por ejemplo, la Universidad de Washington ofrece el programa “Adulting 101: Life Skills for Students”, cuyo objetivo es explícito: que el éxito académico no sea incompatible con la supervivencia en el mundo real.

🌐 El aula expandida: TikTok, YouTube y el algoritmo como profesores
Durante la pandemia, miles de jóvenes debieron enfrentarse —de golpe— a tareas que jamás habían hecho. Lo doméstico, lo burocrático y lo económico se convirtieron en pruebas diarias, sin manual ni tutor.
Así surgieron canales como:
- “Dad, how do I?”, creado por Rob Kenney, que enseña desde cómo afeitarse hasta cómo cambiar una llanta.
- Adulting, una plataforma que ofrece asesorías financieras y planificación personal.
- Mamá Mecanic, una creadora de contenido que explica cómo elegir el primer auto o cambiar el aceite del motor.
Estas cuentas suplen —con humor, afecto y pragmatismo— lo que el sistema educativo dejó fuera del aula.
📉 ¿Qué tan grave es la brecha?
En México, según la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera 2021, más del 60% de los jóvenes entre 18 y 29 años no comprende cómo funciona una tarjeta de crédito, y apenas el 30% lleva un registro de sus gastos.
En Argentina, algunas escuelas secundarias y universidades como la UBA comienzan tímidamente a incorporar talleres sobre salud mental, derechos laborales y trámites básicos. El gesto es valioso, pero aún insuficiente frente a la magnitud del desafío.
💬 El costo emocional de no saber
La brecha no es solo práctica. También es emocional. Según la psicóloga Paula Aguiar, la falta de herramientas básicas genera ansiedad, sensación de incompetencia y miedo al fracaso.
“Muchos llegan a la adultez creyendo que deberían tener todo resuelto. Pero cuando no saben cómo pedir un turno o llenar un formulario, se sienten fracasados. Cuando, en realidad, nadie se los enseñó.”
La adultez, ese mito de autosuficiencia y certezas, se desmorona ante una generación que, más que independencia, busca autonomía con acompañamiento.
📚 La paradoja educativa: muchas fórmulas, pocas soluciones
Mientras el currículum escolar se llena de competencias digitales, robótica y algoritmos, saber vivir sigue sin ser una materia obligatoria.
La educación prioriza lo abstracto sobre lo concreto, lo mensurable sobre lo vivible. Pero ¿de qué sirve saber álgebra si no se sabe administrar el sueldo? ¿Cómo enfrentar el mercado laboral sin saber leer un contrato?
🌱 La educación para la vida no es una moda: es una necesidad
Los cursos de “adulting” no son un capricho juvenil. Son la respuesta lúcida de una generación que busca autonomía en un mundo que les exige todo, pero les enseña poco.
Aprender a cocinar no es una frivolidad. Entender las finanzas personales no es ambición capitalista. Saber cuándo pedir ayuda no es debilidad. Es, en todo caso, una forma de resistir la precariedad disfrazada de meritocracia.
✅ Conclusión
Mientras las escuelas aún debaten si estas habilidades caben en el currículum, la generación Z ya lo tiene claro: no quieren repetir fórmulas, quieren aprender a vivir.
Y en esa búsqueda —entre memes, talleres, videos y hashtags— están tejiendo una nueva educación: una que no los prepare solo para exámenes, sino para la vida que ocurre entre ellos.