Huerta en casa: el nuevo refugio emocional

Aunque vivas en un monoambiente, seguro pensaste en armar una huertita en macetas. Volver a lo natural se volvió deseo colectivo. Cultivar es resistir el ritmo frenético del algoritmo. ¿Es solo una moda estética o una necesidad emocional?

En tiempos de hiperconexión y estímulo constante, algo tan simple como ver crecer una hoja de lechuga puede convertirse en un acto revolucionario. La huerta, esa práctica que antes asociábamos a los abuelos o al campo, hoy se volvió tendencia urbana, símbolo de autocuidado y anhelo de desconexión.

Las redes sociales están llenas de mini cultivos en balcones, aromáticas en frascos, tomates cherry en canteros reciclados. Parece que todos queremos volver a meter las manos en la tierra, incluso si la tierra es una mezcla de compost y perlita en una maceta de plástico. ¿Por qué?

Porque cultivar es una forma de pausar. De volver a lo concreto. En un mundo donde todo pasa en pantalla, donde el algoritmo nos lleva de scroll en scroll sin respiro, una planta nos obliga a esperar. A observar. A cuidar.

En Tierra del Fuego, el deseo no desaparece, aunque el clima sea más hostil. Incluso con viento, con heladas, con pocas horas de luz, muchos se animan a armar su propia huerta de invierno. Desde un estante junto a la ventana hasta invernaderos comunitarios, lo que importa es la intención: crear vida donde parece que nada podría crecer.

La clave está en adaptar. No se trata de replicar una chacra en el living, sino de empezar por lo posible. Cebolla de verdeo en frascos, aromáticas resistentes, hojas de estación en cajones junto al ventanal.

Tener una huerta puede convertirse en un verdadero ritual terapéutico. Desde elegir qué vamos a plantar, hasta establecer una rutina para regar y observar el proceso, todo lo que implica cultivar conecta con algo más profundo. En una era dominada por la inmediatez, seguir el crecimiento lento de una planta nos obliga a bajar un cambio y volver a valorar los procesos. Los aromas, la tierra en las manos, el simple gesto de cuidar algo vivo.

Aromáticas que sí van en interior (y perfuman tu invierno) Si el clima no acompaña y tu huerta necesita mudarse adentro, las plantas aromáticas son las mejores aliadas. Son fáciles de mantener, requieren poca tierra y muchas se adaptan perfecto a macetas pequeñas cerca de una ventana. Además, llenan el ambiente de aroma natural y calor hogareño.

Estas son algunas ideales para cultivar bajo techo:

  • Romero: resistente y noble, necesita sol directo al menos 4 horas al día. Ideal para cocinar y para infusiones digestivas.
  • Menta: fresca, expansiva y perfecta para infusiones invernales. Requiere riego frecuente y media sombra.
  • Ciboulette (o cebollino): crece bien en interiores, y da un toque gourmet a todo. Le gusta la luz natural y el sustrato húmedo.
  • Orégano: no solo es rico, también es resistente. Necesita buen drenaje y sol.
  • Albahaca: más sensible al frío, pero si la tenés en un lugar cálido y con buena luz, podés disfrutarla incluso en invierno.

¿Querés empezar tu huerta en casa? 3 cuentas de Instagram para inspirarte y aprender

con buen drenaje, ponelas cerca de una ventana con luz natural y no las sobrehidrates. Las aromáticas no necesitan tanta agua como creemos.

@ushuaiahuertaurbana 🌱

Una comunidad hermosa que promueve la agroecología y las huertas urbanas en el fin del mundo. Publican info útil, tips locales, talleres y convocatorias para cultivar entre vecinxs. Seguilxs para sentir que no estás sembrando solx.

@debarropisado 🪵

Más que huerta, es todo un estilo de vida conectado con la tierra. Desde Tolhuin, muestran cómo construir con barro, vivir en armonía con la naturaleza y hacer huerta aún con nieve en la puerta. Inspiración rústica, poética y real.

@miradasbiologica 🔬

Proyecto educativo con mirada científica y sensible. Comparten contenido sobre biología, plantas nativas, biodiversidad fueguina y sostenibilidad. Ideal si querés entender cómo y por qué cuidar lo que cultivás.