✨ En los procesos de selección de personal, los candidatos pueden atravesar diversas evaluaciones: desde pruebas técnicas hasta tests psicotécnicos o de personalidad. Entre estos últimos, uno de los más reconocidos es el test de Rorschach, un método proyectivo que interpreta las respuestas frente a diez láminas con manchas de tinta, buscando explorar la estructura profunda de la personalidad.
⚖️ Aunque su uso más común se da en la clínica, también se aplica en ámbitos judiciales y en selección de personal, sobre todo en puestos directivos o que requieren un alto manejo de habilidades específicas. Los psicólogos lo llaman “el escáner emocional del sujeto”, porque brinda una de las lecturas más completas de la personalidad.
🖌️ El test fue creado en 1921 por el psiquiatra y psicoanalista suizo Hermann Rorschach, discípulo de Freud y talentoso dibujante, quien pasó años practicando con pacientes antes de desarrollar un sistema de codificación. Tras su muerte en 1922, la prueba se difundió mundialmente y sigue vigente más de un siglo después. A pesar de críticas que lo señalan como pseudociencia, en 2013 la Asociación Estadounidense de Psicología respaldó su utilidad para detectar trastornos como esquizofrenia o bipolaridad.
🧩 La dinámica es sencilla: el evaluador muestra las diez tarjetas en orden, y la persona describe qué ve en cada una y cómo lo interpreta. No solo importan las figuras percibidas, sino también el tiempo de respuesta, la creatividad y la riqueza de detalles. Variables como movimiento, color, forma o sombreado son claves para el análisis. No hay respuestas correctas o incorrectas, pero cuanto más alejadas estén de la media, más posibilidades hay de que revelen alguna dificultad emocional o cognitiva.
💼 En las entrevistas laborales, el test funciona como complemento, sobre todo en perfiles que requieren liderazgo, toma de decisiones bajo presión o gestión del estrés. No determina por sí solo si alguien es apto, pero aporta una radiografía psicológica que otras pruebas no logran mostrar.